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​‘Holly’ de Stephen King: un thriller en toda regla

Si después de leerla les da por mirar con desconfianza a alguno de sus vecinos, o a todos, y a sus conocidos de siempre, no se preocupen
Herme Cerezo
miércoles, 6 de diciembre de 2023, 13:45 h (CET)

STEPHEN KING 2023


Mi relación con la literatura de Stephen King (Maine, 1947) no había resultado demasiado fructífera hasta hoy. Poco aficionado al género de terror, hace años le di una oportunidad a través de la lectura de ‘El retrato de Rose Madder’, que me dejó más bien frío. Nunca volví sobre sus obras. Pero quedó ahí como una deuda. Latente. No hace mucho me enteré de que King había publicado una novela de corte policíaco, no era la primera vez que lo hacía, titulada ‘Holly’, editada por Plaza&Janés, y me picó la curiosidad. ¿Cómo sería un thriller policial contado por el maestro del terror? Así que me sumergí en su lectura. Y la experiencia mereció la pena.


He leído por ahí que algunos críticos celebraban que King hubiera vuelto a escribir una novela policiaca. Lo cierto es que ignoro cómo han sido sus anteriores experiencias en este sentido y, en consecuencia, no puedo celebrar este regreso. Pero sí tengo claro que ‘Holly’ es una novela de género bien trazada y mejor trenzada. Si algo ha llamado mi atención a lo largo de su lectura, es comprobar que el escritor estadounidense, como si de un pintor se tratase, estructura la historia por capas. Primero, una imprimación donde asentar los cimientos de la narración y sus escenarios. Y después, una superposición de capas, colores y matices, hasta conseguir el efecto deseado, el cuadro final. El desenlace. King inocula la historia en el lector como una inyección de la que sólo se percibe el pinchazo inicial. El líquido, calmo y despacioso, penetra con lentitud, pero con seguridad, y va sentando su poso en nuestra mente.


El mal acecha siempre, a la vuelta de cualquier esquina, de manera invisible las más de las veces. Sin embargo, en ‘Holly’ conocemos al malvado desde muy pronto. Bueno, en realidad hay que decir los malvados, porque son dos: Rodney y Emily Harris, un matrimonio de profesores universitarios jubilados, de apariencia pacífica, respetablemente burgueses, bien asentados. Y no nos importa disponer de este detalle casi desde el principio. No conocerlo hubiera originado la escritura de otro tipo de novela. Lo que de verdad cuenta aquí es cómo son esos malvados, vestidos con un perfil aparentemente impropio para asesinos al uso. Poco a poco, el autor de ‘It’ va instruyéndonos en su caracterización. Y eso es lo que nos colma de asombro, lo que incentiva nuestra lectura, lo que nos incita a devorar un capítulo más. Por supuesto, la descripción de los personajes incluye una cara A y otra B, así como un toque siniestro, viscoso, tan inherente al gusto de King. Sin ese apunte, ‘Holly’ no sería obra suya. Y al acabar la novela, me surgió la duda de pensar si los Harris son los asesinos más hipocondríacos y de salud más débil de toda la historia del género negro. Pero carezco de respuesta al respecto.


La narración arranca en el momento en que Penny Dahl busca la ayuda de Finders Keepers, la agencia de detectives privados a la que pertenece Holly Gibney, para que localicen a su hija Bonnie, que ha desaparecido. La desesperación de Penny despertará el interés de Gibney por su caso. Y pronto descubrirá que la desaparición de Bonnie no es la única. Sobre la misma zona se han producido otros casos similares. La pregunta está servida: ¿guardarán relación entre sí? Y eso es lo que tendrá que averiguar Holly, con quien colaborarán los hermanos Barbara y Jerome, poetisa incipiente y escritor, respectivamente, que jugarán un papel decisivo en determinados pasajes de la trama.


Hay un par de aspectos de la novela que quisiera comentar. El primero es que Stephen King reserva un pequeño lugar en sus más de seiscientas páginas para incluir apuntes sobre la escritura. En concreto, una de las protagonistas, tras escuchar en una conversación que la escritura es como un pus del que hay que deshacerse, reflexiona sobre sus propios motivos para componer poemas y afirma que los escribe «porque no entiendo el mundo. Prácticamente ni siquiera veo el mundo. A veces me enloquece, y no es broma». Y añade que, cuando termina un poema, el mundo «¡Se vuelve menos comprensible! ¡Más loco! Pero hay algo sobre el hecho de escribir… No sé explicarlo». Y el segundo aspecto es el del covid. El covid se dibuja como telón de fondo de la novela. No hace mucho que estalló la pandemia y sus efectos en el comportamiento de los personajes está patente todavía, agravado además por el temor al posible regreso de Donald Trump, que se marchó de la presidencia de los EE.UU. «dejando a sus espaldas un país en guerra consigo mismo», tal y como piensa la propia Holly, cuya madre controladora falleció tras su obstinada negativa a vacunarse contra el covid. Otro de los personajes, afirma sobre Trump que se trata de un patán y a la vez de un hechicero, capaz de haber «convertido en revolucionarios a individuos de clase media regordetes y apáticos».


Y ya tan solo un par de recomendaciones. Si después de leer ‘Holly’ les da por mirar con desconfianza a alguno de sus vecinos, o a todos, y a sus conocidos de siempre, no se preocupen. Es un síntoma absolutamente normal. La maldad aparece por cualquier lugar, ya lo dije antes. Omnibus lateribus. Y a pesar de las referencias al covid, no se precisa mascarilla para leerla. Aunque tampoco está de más su uso, especialmente si leen en lugares públicos.



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