El pasado jueves 7 de diciembre, Lima pudo quedar paralizada a razón del primer año del golpe de Estado de Pedro Castillo. Se anunciaban marchas y tras los acontecimientos de los días precedentes, como la crisis de la Fiscalía y la salida de Fujimori de Barbadillo, era razonable especular que, efectivamente, la dinámica social limeña pudiera quedar afectada. Ergo: suspendida.
Sin embargo, si algo ha quedado claro en Perú desde mediados de año —cuando la resignación social va acompañada de indignación, porque ya resultaba evidente que la clase política se va a quedar hasta el 2026—, es la resistencia anímica de los peruanos: las maravillas de la mentada clase política local no impedirán pasarla lo mejor que se pueda (no volverá a suceder lo del nefasto diciembre de 2022). Ese fue el mensaje y los resultados están a la vista, se superó la prueba de fuego: no pasó nada el jueves 7.
Por ello, resulta simbólico que el dúo británico Pet Shop Boys, en el marco del Road to Primavera, haya ofrecido su magistral espectáculo Dreamworld en una fecha para la que se pronosticaba los peores desmanes y disturbios. La fiesta musical tuvo lugar en Multiespacio Costa 21, a pocos metros del mar, en el distrito de San Miguel. O visto de un modo más poético: un concierto al lado del mar.
Formado en 1981 por Neil Tennant y Chris Lowe, Pet Shop Boys lanzó su primer disco Please en 1986, pero son los discos Introspective de 1988 y Behaviour de 1990 los que posicionaron a la banda en la referencialidad mundial del pop electrónico. De 1985 a 1995: los años dorados en los que el dúo ejerció una hegemonía —en 1999 fueron elegidos como el mejor dúo en la historia de Reino Unido y hoy son considerados el mejor dúo en la historia del pop—, digamos emocional, sustentada en el baile y vigente por la universalidad de sus letras y la pulcritud de su sonido. Por algo, a la fecha, han vendido más de 100 millones de discos. Además, no hay que ser un fanático del synthpop o el electropop para gustar de Pet Shop Boys. Sus canciones son como esos poemas universales de los que no sabemos quiénes los escribieron, pero que están ahí como parte del imaginario. Se puede, pues, gustar de otros ritmos y géneros bailables, pero todos bailan los hits de Pet Shop Boys.
Esta cronología sirve para entender la actualidad de Pet Shop Boys, principalmente tras las restricciones de la pandemia. Ningún proyecto musical ha despertado tanto interés como ellos. Lo que a muchos les cuesta/costó reconectar, a los británicos no les supuso ningún problema. Desde que salieron de gira en septiembre de 2022, el Dreamworld no la ha dejado de romper. Su concepto asegura la presentación de los grandes éxitos de Pet Shop Boys (“Always on my mind”, “West end girls”, “Domino dancing”, “So hard”, “Suburbia”, “Love comes quickly”, “Left to my own devices”, “Go West”, entre otros). Este es el mundo de ensueño que prometen: dosis de alegría como contrapeso a la incertidumbre de los tiempos que corren (las temáticas de sus canciones son variadas, entre tristes y “felices”, pero invitan a la euforia, incluso la que es contenida).
Poesía y baile. Una noche limeña, sin caer en la cursilería, positiva. Las estrellas estuvieron alineadas: la organización, el público extasiado y los músicos en axiomático estado de gracia (qué voz la de Tennant y qué capo Lowe para dominar el escenario sin moverse). Evidentemente, ya no son los chibolos de los ochenta, pero están envejeciendo bien, gracias a su música: con estilo y elegancia.
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