Los mayores somos excesivamente críticos al valorar a los jóvenes. Creo que es una consecuencia del cambio de mentalidad que trae consigo el paso de los años. Somos muy propensos a tirar de tópicos y de frases hechas para comentar las actitudes de aquellos que han superado la adolescencia y dan rienda suelta a la aventura de vivir. Siempre esgrimimos las frases: “nosotros no éramos así”; “se han perdido los valores”; “en mis tiempos”. Sin darnos cuenta, decimos lo mismo que pensaron nuestros padres de sus ancestros. “Nada es verdad ni es mentira…”. Todo es cuestión de perspectiva. Me encuentro en un observatorio privilegiado, desde el que tengo la oportunidad de analizar un amplio sector de la juventud, con el que convivo a diario. Se trata de aquél que se encuentra en la Universidad. Según datos del CEDEU, el 48.7 % de los jóvenes han alcanzado el nivel de educación superior y recorren los campus. Una extraordinaria noticia. Pero hay un dato que aun me alegra mucho más. El nivel de formación con el que llegan del bachiller. La EBAU los pone en unas condiciones extraordinarias, para adaptarse inmediatamente a la enseñanza superior. (Hasta ahora. Veremos que pasa con el nuevo sistema de pasar de curso, se apruebe o no, que va a traer funestas consecuencias en el grado de formación). En la actualidad, las notas de corte para estudiar la mayoría de las carreras, les obligan a alcanzar un gran un nivel en sus estudios, lo que les dota de una base excelente. La buena noticia de hoy se sustenta en que son tan buenos o tan malos como han sido los jóvenes desde siempre. Sigue habiendo excepciones funestas. Hablan poco y “whastsean” mucho. Tutean al más pintado. Van a clase con camisetas de futbol y pantalones destrozados. Pero son solidarios y buenos compañeros. Sobre todo… tienen talento. Y la enseñanza en España les permite estudiar con un fuerte apoyo económico en forma de becas. Para colmo tiene un abanico infinito de posibilidades de elección de carrera. Los jóvenes de mi generación teníamos pocas: peritos, comercio… o a Granada, Sevilla o Cádiz para estudiar. Había que contar con “pasta”. Buenos tiempos para formarse. Lo del trabajo llega como consecuencia del esfuerzo. Lo tienen difícil pero llegarán. Me gusta esta gente.
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