El actual sistema dominante o establishment estadounidense utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas y tendría como pilar de su sistema político la sucesiva alternancia en el Poder del Partido Demócrata y del Republicano (ambos fagocitados por el lobby judío).
En la actualidad, los indicios de senilidad de Biden, la crisis del fentanilo, la carestía de la vida y el incremento de la inseguridad ciudadana habrían hundido la popularidad de Biden hasta mínimos históricos, lo que facilitaría el retorno triunfal de Donald Trump en las presidenciales de noviembre al tener expedito el camino hacia la Casa Blanca tras las últimas decisiones del Tribunal Supremo.
Sin embargo, el aislacionismo trumpiano sería un misil en la línea de flotación del complejo militar-industrial que tiene perfilado para el próximo quinquenio la recuperación del papel de EEUU como gendarme mundial mediante un incremento extraordinario de las intervenciones militares estadounidenses en el exterior para recuperar la Unipolaridad en el tablero geopolítico global. Así, la invasión de Gaza por Israel sería tan sólo la punta del iceberg de un acuerdo secreto alcanzado entre Biden y Netanyahu en su esfuerzo por evitar el previsible triunfo de Trump en las Elecciones de Noviembre.
Según dicho Plan, la CIA y el Mosad israelí prepararían atentados de falsa bandera similares al 11S en EEUU y en el Golfo Pérsico y tras atribuir su autoría a los iraníes, el Congreso estadounidense declararía el Estado de Guerra al contar con mayoría democrata. Este proceso es conocido como “autorización estatutaria” y es un requisito imprescindible para que el Presidente Biden pueda aplicar la Ley de Poderes de Guerra de 1973 que le faculta para enviar tropas al extranjero.
Ello supondrá el inicio de un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años y que sería la tabla de salvación para Biden que intentará aplazar las Elecciones de Noviembre y remontar en las encuestas frente a Trump así como para Netanyahu, quien lograría esquivar los juicios pendientes y la posible acusación de crímenes de lesa humanidad contra la población gazatí.
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