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“Estados Unidos tomará el control de la Franja de Gaza […]. Seremos dueños de ella”, anunció Donald Trump durante una conferencia de prensa que brindó esta semana en la Casa Blanca junto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. La asombrosa afirmación no fue improvisada, sino leída de un discurso previamente escrito.
Desde hace más de 15 meses estamos asistiendo todos los días a los intentos de genocidio contra el pueblo palestino por parte de Israel, con la ayuda de Estados Unidos y el silencio cómplice de la unión Unión Europea. Todo empezó con un ataque, por sorpresa, de Hamás a una fiesta al aire libre que estaban celebrando cientos de jóvenes judíos y a algunos 'kibutzs' de la zona del norte de Gaza.
Cuando era pequeño y vivía en Jaén, debía tener siete u ocho años, entre los niños que entonces eran mis amigos y vecinos se decía que cerca de nuestra casa vivían «los judíos», un matrimonio a quien, según ordenaban los mayores, no se debía visitar. Eran años en los que la dictadura consideraba que los comunistas, masones y judíos eran los enemigos de España.
La propuesta de Trump para Gaza, que incluye la reubicación de palestinos y la transformación del territorio en una "Riviera de Oriente Medio", no es una idea descabellada, sino un plan con objetivos claros: Trump busca garantizar la seguridad de Israel, uno de los aliados más importantes de Estados Unidos en Oriente Medio. Al proponer la reubicación de palestinos, pretende eliminar la presencia de grupos como Hamás, que consideran a Gaza un bastión de resistencia.
Este 15 de enero, cuando faltaban 5 días para que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca, se concretó el acuerdo Israel-Hamás para cesar las hostilidades en Gaza. Mientras los trumpistas se jactan de que este acuerdo se debe a la elección del nuevo presidente, Jose Biden quiere cogerse todo el crédito afirmando que se ha producido un alto al fuego total que podrá devenir en permanente.
Lo que viene pasando en el Medio Oriente es una muestra de la gran hipocresía que rige a las relaciones internacionales. EEUU aún mantiene una recompensa de $US 10 millones por Abu Mohammad al-Golani, jefe del HTS, una organización tipificada por todas las potencias y por la ONU como tan terrorista como lo son el “Estado Islámico de Irak y Siria” y Al-Qaeda, del cual esta ha emergido.
El Tribunal Penal Internacional ha emitido órdenes de detención contra Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, y a su exministro de Defensa, acusándolos de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad relacionados con la ofensiva militar en Gaza. Sobre estas órdenes surgen interrogantes clave: ¿qué alcance jurídico tienen? ¿Pueden ser ejecutadas? ¿Qué implicaciones prácticas generan para los acusados, para Israel y para la comunidad internacional?
Aparte de EEUU, donde Donald Trump ganó con un 51% de los votos, él no es popular en ningún país del mundo, excepto en Israel donde casi el 60% de sus ciudadanos le apoyan. El premier hebreo Benjamín Netanyahu fue el mandatario extranjero que más hizo por lograr que él gane. Un factor clave en la derrota demócrata fue la guerra de Gaza.
El 16 de octubre cayó en combate Yahya Sinwar, el hombre más buscado por Israel. Para el premier hebreo Benjamín Netanyahu esto fue un colosal éxito que debiera levantar su alicaída popularidad. Sinwar fue quien reemplazó a Ismail Haniyeh como líder del buró político del “Movimiento de Resistencia Islámico” (Hamás) seis días después de que el primero de octubre fue asesinado en Teherán.
Un nuevo bombardeo israelí, en una zona del norte de Líbano con población de mayoría cristiana, causó 18 muertos este lunes en un edificio residencial, mientras responsables de las Naciones Unidas mantenían llamamientos a la contención y a negociar un cese del fuego.
A fin de entender como desde el propio lado sionista se ven tantos cuestionamientos al gobierno de Benjamin Netanyahu, es bueno estudiar las críticas que les hace uno de sus más distinguidos generales mayores en reserva: Isaac Brik. Brik, quien ha sido ombudsman de las tropas israelíes, recibió la medalla del coraje cuando en la guerra de Yom Kipur (1973) salvó a varios tanques, pese a que el suyo fue bombardeado y su cara fue quemada.
Al asesinar al principal negociador del Hamás, Netanyahu ha asesinado un posible cese al fuego y condena a más privaciones o a la muerte a sus propios compatriotas rehenes en Gaza. En contra de lo que quiere la mayoría de los israelíes y de los judíos del mundo, él juega con la posibilidad de una guerra regional como la mejor manera de sobrevivir y evitar perder el poder y acabar preso.
Nos acercamos a nueve meses de la guerra de Gaza, tiempo que demora a una madre alumbrar. Sin embargo, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu no ha procreado ninguna de las criaturas que prometió: eliminar al Hamás y liberar militarmente a los rehenes hebreos. En vez de ello, la resistencia armada anti-israelí se fortalece y la guerra se intensifica en otros 2 frentes: el de Cisjordania (al centro) y el de Líbano (al norte).
La asimetría del castigo realizada por Israel en Gaza habría provocado la desafección hacia Biden del ala izquierda del partido Demócrata y el cisne negro de Biden sería la protesta de los estudiantes universitarios contra la invasión de Gaza en las Universidades de Columbia y la UCLA y su violento desalojo por la policía.
Uno de los tantos problemas de la “comunidad internacional” es que no es ni comunitaria ni internacional. El término se debería reservar sólo para el conjunto de países que integran la ONU. No obstante, no hay que ser un lince para saber que ciento noventa y tantos países pueden menos que siete u ocho. Tenemos el ejemplo de Palestina.
Cuando sucede algo importante y nuevo frente a las posiciones dominantes, siempre se crea confusión con los hechos, para que no se vea la clave novedosa. Y es un hecho insólito y de enorme importancia política que el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) haya pedido órdenes de arresto contra Netanyahu, Gallant -su ministro de Defensa- y contra tres líderes de Hamás.
Las protestas estudiantiles pro-palestinas en Estados Unidos, ¿harán caer la postura de Washington en la tierra de Israel-Palestina? Sin duda, puede influir en la no reelección de Biden, y en la política de Oriente próximo. Fruto de las acciones internacionales, Joe Biden y Estados Unidos aumenta la presión sobre su aliado Benjamin Netanyahu: ellos son los actores principales de esa tensión que se está produciendo.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu está en un gran dilema. El ala dura de su gobierno demandan una inmediata ofensiva final sobre Rafah (la única urbe que no ha sido 100% tomada por el ejército), que se encuentra al extremo sur de la franja de Gaza, mientras que la mayoría de la opinión pública y de los aliados internacionales de Israel le piden un alto al fuego temporal para intercambiar rehenes hebreos por prisioneros palestinos.
El sistema dominante o establishment estadounidense utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y conformar una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas.
Parecería contradictorio afirmar que Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel durante 15 de sus 75 años de existencia, debilite tanto a su propio país. Ningún otro gobierno le ha socavado tanto interna y externamente. Queriendo evitar ir preso por fuertes acusaciones de corrupción, él ha buscado mantenerse en el poder y anular la independencia del poder judicial.
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