“Estados Unidos tomará el control de la Franja de Gaza […]. Seremos dueños de ella”, anunció Donald Trump durante una conferencia de prensa que brindó esta semana en la Casa Blanca junto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
La asombrosa afirmación no fue improvisada, sino leída de un discurso previamente escrito. Trump dijo que los palestinos que viven en Gaza tendrán que abandonar su tierra, sin dar muestras de preocupación por estar proponiendo una limpieza étnica a gran escala, en evidente violación del derecho internacional.
El mandatario estadounidense agregó al respecto: “A toda la gente con la que he hablado le encanta la idea de que Estados Unidos posea ese pedazo de tierra. […] No quiero parecer gracioso ni sonar como un tipo listo, pero la Riviera de Medio Oriente…Eso podría ser algo tan magnífico”.
El empresario inmobiliario Jared Kushner, yerno de Trump y exasesor de la Casa Blanca, hizo comentarios similares hace un año en una disertación sobre Medio Oriente que brindó en la Universidad de Harvard. En esa ocasión, Kushner dijo: “Las propiedades de la zona costera de Gaza podrían ser muy valiosas”.
El presidente Trump ya había anticipado la propuesta que dio a conocer esta semana durante una conversación que mantuvo con la prensa a bordo del Air Force One el 25 de enero: “Me gustaría que Egipto acepte gente y me gustaría que Jordania acepte gente. Estamos hablando de probablemente un millón y medio de personas. Y simplemente limpiamos todo el lugar”.
Mientras que la extrema derecha israelí está encantada con la limpieza étnica propuesta por Trump, varios Gobiernos de países árabes se apresuraron a rechazarla. Arabia Saudí emitió un comunicado en el que afirmó que “continuará con sus incansables esfuerzos para establecer un Estado palestino independiente, con Jerusalén Oriental como su capital, y que no establecerá relaciones diplomáticas con Israel mientras esto no se concrete”. Egipto y Jordania también rechazaron de manera rotunda el plan, al menos por ahora. Trump ha invitado al rey Abdalá de Jordania a visitar Washington D.C. en las próximas semanas, y esta misma semana el Pentágono ha aprobado una venta de armas a Egipto por un valor de 300 millones de dólares.
Aunque quizás sean los propios palestinos de Gaza quienes mantengan una postura más férrea. Más de 75 años después de la Nakba, cuando miles de palestinos fueron expulsados de sus hogares y desplazados a Gaza, y tras más de medio siglo de ocupación, bloqueo y ataques recurrentes por parte de Israel, los palestinos de Gaza siguen reclamando el derecho a controlar su propio territorio. Parado delante de una montaña de escombros en Jan Yunis, un joven palestino llamado Yasser Safi dijo:
“Estamos emergiendo de entre los escombros, la devastación y una guerra de desgaste, de un genocidio en el que la muerte aceha por todas partes y nunca sabes cuándo ta va a alcanzar. Pero nos quedamos, aguantamos y permanecimos firmes hasta el último aliento. [Y ahora viene] este [nuevo] presidente [de Estados Unidos], Donald Trump, y propone un nuevo método para expulsarnos de nuestra patria, a la que estamos profundamente arraigados. Esta es nuestra tierra. No la dejaremos. […] Hemos montado una tienda de campaña sobre los escombros”.
No está claro si Trump pretende realmente perpetrar este crimen o si simplemente está desplegando la “teoría del loco”. Esta fue una táctica de negociación que el expresidente de Estados Unidos Richard Nixon empleó durante la guerra de Vietnam, para convencer a los norvietnamitas de que podía estar lo suficientemente loco como para usar armas nucleares, con el objetivo de obligarlos a aceptar un acuerdo de paz. No le resultó a Nixon y difícilmente le resultará a Trump.
Pero muchas personas que desempeñaron funciones durante el primer mandato de Trump han advertido que debemos tomar en serio sus palabras. Perfectamente podría intentar expulsar a dos millones de palestinos de Gaza y forzarlos a trasladarse al desierto del Sinaí, en Egipto, o a Jordania, con la intención de “limpiar” Gaza y construir la “magnífica” “Riviera” que él imagina, y que también le reportaría, sin dudas, ganancias personales.
Trump está exhibiendo su absoluto desprecio por la ley también a nivel nacional, con su ataque sin precedentes contra las estructuras fundamentales del Gobierno de Estados Unidos, en el que ha ordenado despidos en masa en represalia y el cierre de agencias gubernamentales enteras, así como también una embestida cruel contra las personas trans, entre otras acciones.
A diferencia de Trump, el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter tenía un conocimiento y una experiencia mucho mayores sobre el conflicto entre Israel y Palestina. En 1978, Carter negoció los Acuerdos de Camp David, que establecieron la paz entre Israel y Egipto. En su libro titulado “Palestine: Peace Not Apartheid” (Palestina: paz, no apartheid), publicado en 2006, Carter escribió sobre la opresión que Israel impone sobre la población palestina:
“A través de su predominio político y militar, [Israel] mantiene un régimen de segregación, aislamiento y apartheid sobre los ciudadanos musulmanes y cristianos de los territorios ocupados. El propósito que impulsa la separación forzada de los dos pueblos es diferente al caso de Sudáfrica: no se trata de racismo, sino de la apropiación de tierras”.
El presidente Carter, que murió el 29 de diciembre de 2024 a los 100 años, recibió una enorme embestida en 2006 por utilizar la palabra “apartheid” en referencia a Israel, pero nunca se retractó. Veinte años después, Israel es ampliamente condenado por ser un Estado que impone el apartheid.
Con Trump en la Casa Blanca, Israel ve sin dudas una oportunidad única para adueñarse por completo de la Franja de Gaza. Será necesario un movimiento masivo de alcance mundial para detener este crimen antes de que se cometa.
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