El 16 de octubre cayó en combate Yahya Sinwar, el hombre más buscado por Israel. Para el premier hebreo Benjamín Netanyahu esto fue un colosal éxito que debiera levantar su alicaída popularidad. Sinwar fue quien reemplazó a Ismail Haniyeh como líder del buró político del “Movimiento de Resistencia Islámico” (Hamás) seis días después de que el primero de octubre fue asesinado en Teherán. Israel reclama haber eliminado a Mohammed Deif, quien junto con Sinwar, fue el gestor de la incursión armada al suroeste israelí del antepasado 7 de octubre.
Sinwar dejó de existir 13 días antes de celebrar su cumpleaños número 62. Él nació en 1962 en el campo de refugiados de Khan Yunis (Gaza). Al igual que el 70% de los habitantes de dicha franja, su familia provenía de zonas árabes que en 1948 el nuevo Estado sionista anexó. Ingresó al Hamás desde su creación en 1987. En 1989 Sinwar fue sentenciado con 4 cadenas perpetuas, pero en 2011 él fue liberado tras un acuerdo de intercambio de 1,016 prisioneros palestinos por el soldado hebreo Guilad Shalit. Suelto en Gaza acabaría encabezando al Hamrás y a su ala militar.
Haniyeh, Sinwar y Deif han estado en la lista de los 5 personajes requeridos por la Corte Penal Internacional para ser juzgados por crímenes de lesa humanidad en la guerra de Gaza. Los otros dos que sobreviven son gobernantes israelíes: Netanyahu y su ministro de defensa Yoev Galant. Al haber liquidado esos 3 rivales suyos, ambos devienen en los únicos a los cuales La Haya podrá requerir.
“Ha’Aretz” sostuvo que dicha muerte no fue fruto de una labor de inteligencia del ejército o de los servicios secretos israelíes. Sinwar estuvo envuelto en un intercambio armado cerca de Rafa (sur de Gaza) y solo se supo que era su persona tras examinar su ADN. Este mismo diario hebreo acusa a Netanyahu de haber impulsado al Hamrás contra Al-Fatah, de ser responsable de haberle liberado previamente y también de no haber previsto el ataque del pasado 7/10/2023. Para este influyente medio el gobierno promueve el supremacismo judío y quiere transformar a Israel en una Esparta militarista, algo que viene destruyendo a su economía y democracia, socava los valores liberales y empuja a decenas de miles de hebreos a emigrar.
Algo que distingue a Israel es que constantemente busca descabezar físicamente a los jefes de sus adversarios, cosa que no se viene dando en la prolongada guerra entre Rusia y Ucrania. Tel-Aviv también ha asesinado en esta guerra a varios generales iraníes y a otros líderes del Hamás que pudieron haber llegado a ser sus jefes máximos como Saleh al-Arouri y Osama Mazini. Hoy el liderazgo de facto lo detenta Khalid Masal, quien anteriormente ejerció dicha posición en el interregno entre jefes que acabaron siendo asesinados. También es el único de todos los que previamente han ocupado dicha posición en mantenerse vivo.
Ahmed Yassin, quien fue el jefe-fundador del Hamás desde que este nació en diciembre 1987, fue asesinado por Tel-Aviv en marzo 2004. Su sucesor, Abdel Azis al-Rantisi, también sufrió el mismo destino antes de cumplir un mes en el cargo.
Cientos de líderes de todas las facciones armadas árabes anti-sionistas han fallecido bajo las balas, bombazos, venenos o maltratos por parte de Tel-Aviv. Cuando Netanyahu estaba por hablar ante la ONU, ordenó desde EEUU un ataque aéreo israelí que el 27 de septiembre arrasó 6 edificios de departamentos residenciales en Beirut produciendo la muerte de Hasan Nasrallah, secretario general del “Partido de Dios” (Hezbollah), entre otros. Así fue eliminado quien había comandado al principal partido-ejército del Líbano durante 32 años y quien reclamaba haber liderado la única resistencia árabe que expulsó dos veces a Israel de su territorio. Nasrallah fue la tercera persona en comandar al Hezbollah, movimiento con decenas de miles de combatientes, el mismo que encontrará un nuevo substituto.
Aparentemente, la idea de eliminar físicamente a las cabezas de sus rivales debiera ayudar a desmoralizarlos o desorganizarlos. Empero, ocurre lo contrario. La ideología de los movimientos musulmanes radicales sostiene que todos los muertos son mártires que van al cielo y que su sangre sirve para irrigar el campo y hacer que broten más semillas subversivas. La ferocidad de las represalias israelíes crea más anticuerpos. Todos aquellos que sus hogares y centros de estudio, rezo o médicos han sido atacados, que han sufrido bombardeos, desplazamientos y carencia de alimentos, medicinas o agua o que han visto que de sus seres queridos han quedado muertos, heridos o maltratados, pueden estar tentados a buscar la venganza y a ser reclutados para las diversas organizaciones armadas donde avanzan los más radicales.
El genocidio cometido por Hitler en la URSS, por Francia en Argelia, por Indonesia en Timor, por diversas potencias en Afganistán o por EEUU en Vietnam no aplastó a independentistas armados apoyados por la población, sino que produjo lo opuesto.
Los distintos movimientos armados árabes anti-sionistas, muchos de los cuales son tipificados como terroristas por parte de Washington, no se basan en caudillos irremplazables. Todos estos se han gestado luchando contra la ocupación militar israelí. Por ello su estructura está descentralizada y diseñada para hacer frente al constante aniquilamiento de sus jefes. Son movimientos que reflejan ideas que han calado muy profundamente en sus respectivas poblaciones acostumbradas a sufrir una intervención foránea.
Mientras Israel quiere emplear el fin de Sinwar y de Nasrallah para conducir al fin del Hamás y Hezbolá, la imagen de ellos se ha masificado en diversas manifestaciones del mundo islámico: desde Marruecos hasta Irán. Hasta Al-Fatah, que antes se enfrentó militarmente al Hamás, hoy reivindica a Sinwar. Los palestinos lo presentan como un mártir que cayó enfrentando un dron israelí y empuñando su fusil.
En cambio, Sinwar y Nasrallah son presentados por Tel-Aviv y Washington como sanguinarios criminales que mataron a centenares y que quieren erradicar a un Estado judío. Joe Biden saludó efusivamente el fin de Sinwar con un documento de una página en el cual elogiaban a Netanyahu, a quien previamente lo recibieron en el Congreso (siendo el único mandatario extranjero en haber hablado allí 4 veces).
Biden se vanagloria de que él es el presidente norteamericano que más ha hecho por Israel a donde acaba de enviar el nuevo supersistema de interceptación de misiles THAAD. Al acercarse a Netanyahu, Biden enajena a buena parte del electorado ayudando a que crezca Donald Trump, quien aparece como más consistentemente en favor de armar a Israel y empujar a este a bombardear plantas nucleares de Irán.
Para los demócratas norteamericanos la muerte de Sinwar podría abrir las condiciones para un acuerdo de paz. Sin embargo, Netanyahu precisa de mantener la guerra para evitar su caída y varios de sus ministros son aún más belicistas. El de seguridad nacional, Itamar Ben-Gvir, quiere anexionar Gaza (transfiriendo al exterior al grueso de sus habitantes) y ejecutar a los 10,000 prisioneros palestinos a su cargo. El de finanzas, Bezalel Smotrich, pide limpiar étnicamente a Cisjordania para incorporarla y también capturar Damasco.
A poco de las elecciones del 4 de noviembre en EEUU, Netanyahu quiere convertirse en el gran elector de estas. Él quisiera que su amigo Trump vuelva al poder para lanzar una ofensiva contra Irán, por lo que a él le conviene acelerar la confrontación con Teherán para crear un clima más favorable a los republicanos.
El sábado 19 Hezbolah lanzó 3 drones contra una de las tres residencias de Netanyahu. Solo uno impactó en su casa de playa de Cesárea donde él no estaba. Hasta hoy nunca los grupos armados árabes han querido eliminar a un primer ministro israelí para no provocar represalias o transformarlos en iconos. El único de las 14 personas que ha ocupado dicho cargo en haber sido asesinado fue Isaac Rabin, quien fue baleado por un ultranacionalista como los que hoy cogobiernan Israel. Lo acontecido es una advertencia para demostrar que Hezbollah puede llegar donde quiera o que está dispuesta a matar figuras del poder. La tensión en el Medio Oriente crece con el riesgo de una guerra regional Irán-Israel.
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