Remedios Ramos y Manolo Ruiz era una pareja de auténticos comunistas con los que me unía una sincera amistad, y digo unía porque Manuel, médico de profesión, se nos fue hace unos años a la edad de cincuenta años.
Manolo ha sido uno de los hombres con los que he “tropezado” en la vida para enriquecerme con su diálogo pausado, consciente y concienzudo en una inmensa mayoría de temas; pasé con él horas y horas de charla hasta altas horas de madrugada en ese recinto de copas distinto a todos los que existen en “esta ciudad que todo lo acoge y todo lo silencia”, me refiero a “Puerta Oscura” al que invito a cualquier amigo o amiga, a partir de las siete de la tarde, hora de su apertura, si se da una vuelta por esta “ciudad del precipicio”; fue concejal del Excmo. Ayuntamiento de Málaga por Izquierda Unida.
Reme, así la llamamos, se encuentra ahora en esas funciones al haber sido elegida por la misma coalición; ella es más luchadora de la causa comunista que lo fue Manuel, quiero decir que se enfada más o así lo parece, diría, y no sé si acierto, más radical, ya saben, más fiel a las raíces de esa teoría política.
Málaga, con su Ayuntamiento del PP a la cabeza, ha sido pionera en el tema de la llamada Memoria Histórica, y en el antiguo cementerio de San Rafael, fúnebre lugar de aposento de fosas comunes durante la incivil guerra que padecimos y que sigue siendo motivo de eternas discusiones, ya ven que un servidor que nació en enero de 1936, republicano pues de nacimiento, lleva la friolera de ochenta años escuchando hablar de aquella locura y, lamentablemente, lo que colea.
Pues bien, parece ser que ha existido un lamentable error al intentar construir un parque canino, o algo así, que ha tropezado con el sagrado lugar de la fosa, ya convertida en monumento, y se ha armado un pequeño lío en el último Pleno del Ayuntamiento. Al final todo se ha arreglado y se pasó a poner nombre al Monumento al que había la posibilidad de denominarlo “De la Memoria” o “De la Concordia”.
Reme era la más reacia a que fuese “bautizado” con el segundo de ello, pero al final accedió y, por fin, qué bonito, se denomina “De la Concordia”.
Oye Reme, tenemos que tomarnos un café, ¿vale?
|