Sanchez no soporta verse imitado en prime time como ese ser engreído con andares de galán de tranvía, ese que solo Latre sabe interpretar de manera sublime en El Hormiguero. Casi peor lleva lo de las suaves críticas que puntualmente el presentador, Pablo Motos, Tamara y algún otro contertulio hacen de él y de su partido en el programa. A su vez, la mitad de la izquierda del país sentenció a muerte a Pablo Motos desde que osó entrevistar a Abascal. La otra mitad le tiene fichado, entre ceja y ceja (nunca mejor dicho).
La operación 'cargarse a Motos' está diseñada hace tiempo y se trata de ejecutar con especial virulencia desde que Sanchez fue reelegido. Consiste en que RTVE contraprograme a Motos fichando a David Broncano - el chico de moda de la progresía mediática - y a su tv show La Resistencia, que triunfa en la tele de pago de Movistar, propiedad de Telefónica (donde el gobierno por cierto va a entrar en el accionariado comprando el 10% de la compañía).
Las negociaciones con la productora de La Resistencia acabaron por implosionar la semana pasada el Consejo de Administración de RTVE, que con los votos del PSOE y sus socios - junto a los tontos útiles del PP- destituyó a su presidenta Elena Sanchez, quien, consciente de los deseos húmedos de Moncloa, sí quería fichar a Broncano pero se resistía a aceptar las salvajes condiciones que exigía su productora: tres años garantizados de contrato y 42 millones de euros independientemente de las audiencias del programa. La nueva presidenta de RTVE elegida es una militante socialista de toda la vida, que ya cuando fue nombrada miembro del Consejo hace tres años, dijo que su militancia y sus ideas iluminarían su labor en RTVE, la que dicen que es la televisión y radio de todos. No ha hecho falta que le digan cuál es su primera y prioritaria misión en el cargo, ya ella la lleva integrada.
Usan la televisión y radio públicas - de todos dicen- para prostituirla con nuestro dinero - este sí el de todos y cada uno- y servir de arma contra los críticos que no bailan el agua de este gobierno. Van tropecientas veces, cierto es, pero estas cosas siempre se han hecho de tapadillo, entre las bambalinas del Consejo de RTVE y del Parlamento, evitando que saltaran a la luz pública todos los detalles. Al 'sanchismo' esto ya le da igual, van a calzón quitado, a toda ostia por la autopista, quemando el claxon y con los brazos por fuera de la ventana. Diría que quieren que se sepa, que la cosa llegue a oídos de todos y sirva de aviso a navegantes, a esos que aún se atrevan a criticar un poquitín al jefe de la mafia en prime time. Quitarle un par de puntos de audiencia a Motos y restar protagonismo a su programa para entregárselo a Broncano y a sus chascarrillos y que renten al día siguiente en redes, bares y oficinas. Para eso han montado la mundial. Todo esta fiesta de Sánchez la pagamos todos
Pura indecencia, tanta como mantener una red de televisiones y radios públicas en España con un gasto de 2.500 millones de euros, cuantía aproximada a lo que nos cuesta al año el Ingreso Mínimo Vital. La mitad va para las televisiones y radios autonómicas y la otra mitad para RTVE, que se financia a partes iguales entre los presupuestos generales del Estado y el impuesto mafioso revolucionario que se les extrae sin más a las televisiones privadas de Atresmedia y Mediaset, a las plataformas de streaming (Netflix, Youtube y las demás) y a las telecos (Telefónica, Vodafone, Orange), quienes entregan un porcentaje de su facturación que el Estado destina a financiarse su televisión pública. La plantilla de RTVE supera los 6000 trabajadores, el doble que Antena3 y Telecinco juntos, tiene un presupuesto más que mil millonario y pierde audiencia de manera imparable año tras año. La sangría de audiencia en los últimos 20 años es descomunal: en 2011 la cuota de La 1 fue del 14.5% y en 2001 era de nada menos que un 25%.
Es el juguete de los políticos de turno en el poder, manoseado y utilizado hasta la náusea por todos ellos; correa de transmisión de la agenda ideológica de cada partido que la ocupa; coche escoba para amiguetes y presentadores afines. Sigue la misma evolución que la política misma y que el Estado: descrédito, declive y basura.
Me pregunto cuál es la utilidad y el servicio público que cumplen hoy RTVE y las demás. ¿Qué necesidad de ocio o entretenimiento cubren que no esté cubierta ya por cualquiera de las miles de opciones disponibles en el panorama audiovisual y cultural de este país ? ¿Qué información, análisis u opinión se ofrece que no se encuentre entre las decenas de miles de fuentes informativas que cualquiera puede obtener en internet o en los miles de medios de comunicación que existen? ¿Cuáles eventos o retransmisiones con un mínimo de interés son ya sólo susceptibles de ser ofrecidos por TVE? ¿Qué minoría, mayoría, grupo social de cualquier tipo, religioso o étnico necesita visibilidad a través de la televisión pública? Se me podrá decir desde la bancada de los defensores del modelo público que aún es necesaria una televisión que defienda los valores comunes y básicos de la sociedad ( ¿cuáles son? , concrétense) , lo institucional ( ¿se defiende hoy en TVE? ¿no se hace en Antena3? ) , el interés general (¿eso qué es? ), o la misa de los domingos para discapacitados y ancianos (13TV emite unas misas divinas de punta en blanco a la misma hora).
Los paisanos de cada región me dirán que sin los centros territoriales de RTVE y sin las cadenas autonómicas, se perdería la información regional y local. La respuesta la tienen en Castilla y León, una de las pocas regiones sin televisión autonómica, en la que surgió la iniciativa privada creándose dos canales privados ( CLy7 y CLy8 ) que cubren la información regional y local y tienen emisoras en todas las provincias. Si bien es cierto que estos canales privados reciben una subvención de 20 millones de euros al año, esta cantidad es con diferencia el menor coste de una televisión pública de España, y eso que cubre nueve provincias y una quinta parte del territorio nacional. Aún con todo, por mi que cancelen también esa subvención. Si los castellanoleonenses no valoran lo suficiente una televisión regional y no quieren pagar por ella, que se concedan sus deseos.
Basta ya. Acaben con esto de una vez, sacrifiquen la televisión pública como lo harían con una yegua que agoniza en espasmos.
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