Tánger nuevamente sigue siendo el protagonista principal de la obra de Sergio Barce, nacido en Larache y malagueño de adopción y corazón. Esta novela consta de diez relatos que contiene personajes reales y otros nacidos de la imaginación del escritor y que deambulan por el encanto y los recovecos de esa hermosa ciudad.
En algunas de esos relatos es el mismo autor que se convierte en protagonista en situaciones quien sabe si verdaderas o imaginadas que generan una expectante y que atrapa el lector y los transporta a su mundo.
Comienza con un relato en el un pintor que pinta a su musa, su alumna y se encuentra turbado por ese encanto que aúna inocencia, sueños y esperanzas que lo perturban en ese cuadro de mágico encanto que es la vida y que se titula “Nueve de abril” y que como el autor expresa “ Mojó la punta del pincel, observó a Saloua, que hizo un levísimo movimiento con la cabeza, probablemente asintiendo , tal vez queriendo insuflarle ánimo, y se dejó llevar por el impulso del deseo. Una vuelta de tuerca, un desafío personal. Detestaba la simple posibilidad de errar de nuevo.
En los relatos de “Boulevard Pasteur” y “Cabo Malabata” relatados en primera person en las que se pasea por Tánger y se dedica a mirar los recuerdos.
Nuevamente en “Cabo Malabata” aparece también la pintura en este caso con la exposición de las pinturas de Consuelo Hernández y que se reproduce en la portada de la novela.
Otro mirada al recuerdo y al pasado aparece en el relato “Avenue Josafat” en la que Carlos, quizás un reflejo de la esencia del autor, recuerda el Tánger de su infancia y las amistades que recorrían sus coloridas calles de la medina, perfumadas por los jardines de Menddoubia y el olor de los mercados de frutas y verduras.
Otros relatos como “Hafa” o el “Hotel Rembrant” son ficciones que atrapan a lector, la primera que relata la relata las relaciones de los miembros de una familia y la segunda una historia inquietante con una especial intensidad y tensión.
Uno de los relatos lleva el título de la novela, “ El mirador de los perezosos” , protagonizada por Abdelkrim que se describe el autor “ No sabe con exactitud la edad que tiene, pero lleva más de una década asegurando que ronda los ochenta y seis. Eso parece ratificarlo su piel cuarteada y gastada...”.
Un hombre malhablado y malencarado que vende mecheros, cigarrillos delante del mirador. El resto de relatos no son menos sugerentes como “Dar Niaba”, “Beit Hahayim” y cierra el libro la emotiva historia llena de encanto y magia de dos hermanas Wydad y Omayma. Encuentros y perdidas que son parte de la vida misma.
Sergio Barce, un autor que sigo desde que leí “Una puerta pintada de azul” , que me engancho , tiene la habilidad de generar ambientes integradores y en el que todo el mundo tiene espacio en sus relatos.
Un escritor que trabaja la letras desde un intenso y profundo humanismo, cercano, atrapante y que como el flamenco se caracteriza por su fuerza, por su intensidad y que algunos afirman que surgió entre los musulmanes que se quedaron en España por alla del 1500 y que representaba el dolor de sentirse atrapados en unas creencias que no podían expresar con libertad y muestra esa nostalgia de una tierra.
Es un escritor que su obra y su palabra se convierte en un embajador cultural, que es un constructor de puentes en esta sociedad tan necesitada de conciliación, respeto y compromiso y que pone el valor en valores como la amistad y la empatía. Una narrativa intemporal y siempre actual.
Son unos hermosos relatos, pequeñas piezas literarias en las que se puede ver la esencia de la obra de Sergio Barce y que resumen su forma de ser y de ver el mundo. Un escritor que no escribe para entretener sino para conmover y para emocionar desde esa palabra precisa, desde la frase musical que busca generar ensoñación y conmoción.
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