Dicen que a veces, el arte nos ve como un niño en busca de pequeños trazos de esperanza y algunos momentos de felicidad. Es por eso que, al ver a un niño; también podemos encontrar un lienzo casi en blanco, dispuesto a ser trazado y coloreado hasta que; en la última pincelada el artista abrace a aquel niño tan fuerte que dicho abrazo sea la prueba de unión entre disciplina, carácter y compromiso del artista con su obra y el legado que espera entregar a la sociedad a través de sus pinceladas.
Así entonces hay artistas que deciden arrancarse un pedazo del corazón y colocarlo en manos de quienes desean encender la llama en el lienzo y hacer de la pintura un fuego tan grande que parezca imposible de apagarse pero que necesita ser moldeado y, en la brevedad no olvidarse en devolver a quien entregó ese trazo de su corazón para que quien decidió ser artista supiera que en sus manos no solo había fuego, también una herencia ancestral enorme de la pintura y el trabajo por la cultura.
A todo lo anterior debo agregar que esa sensación de rigurosidad y compromiso con el arte y la pintura la sentí el día que la profesora Paola Martínez impartió su Taller de Pintura en el Centro de Educación Media Gubernamental Dr. José Alfonso Hernández Córdova en la cálida y hermosa comunidad de Santiago, Pimienta en el norte de Honduras. Ese mismo día también se celebró en nuestro país «El día internacional del idioma» y «El día del libro y la propiedad intelectual» eventos que están marcados por actividades artísticas recreativas en las que la licenciada Paola Martínez se hizo presente dando una cátedra de pintura con un grupo de jóvenes que hasta el final dieron su máximo esfuerzo para que sus lienzos vieran esa luz que emerge desde lo más profundo de nuestra Centroamérica.
La profe Paola como le decimos de cariño en La Casa de la Cultura no solo llevó sus pinceles y lienzos a la comunidad estudiantil; también les entregó un poco de su cariño y de su espacio a los jóvenes que atentamente se guiaron por los años de trabajo de la docente en artes y por supuesto de su compromiso inquebrantable para que las juventudes encuentren en al arte no solo un camino, también una antorcha que guíe a la generación actual y, a las que están por venir y así crear ese puente entre pinceles y trazos que lleven a los muchachos a conocer el arte en su intimidad y en esas formas en las que siempre llega y nos deja esa luz capaz de devorar la rutina y hacer de nuestros días un lienzo para trazar y volver a pintar.
Como joven me resta agradecer a la profesora Paola Martínez por tanta entrega y compromiso con el arte, por llevar en sus manos ese don de enseñanza y no dejar que se pierda y por el contrario lo entregue a otros jóvenes que, muy probablemente nunca habían tenido una clase de arte y no sabían de la belleza del lienzo y la textura de una pintura o la técnica precisa para hacer el movimiento con un pincel. Quizá en un futuro no tan lejano, ser artista y enseñar arte no siga siendo una quimera en nuestro país y artistas como la licenciada Paola Martínez encuentren a todas esas personas dentro de la sociedad que estén dispuestas a pintar y hacer del oficio de la pintura un camino imborrable, aunque la dureza los años se haga presente.
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