El reciente movimiento liderado por Macron para incluir el aborto en la Constitución francesa y su propuesta para su inclusión en la legislación europea han avivado el debate sobre este tema sensible. A primera vista, la despenalización del aborto puede parecer un triunfo de la libertad de elección de la mujer. Sin embargo, es esencial considerar la perspectiva del ser humano no nacido, cuya vida se ve truncada en lugar de tener la oportunidad de nacer.
En España, la despenalización del aborto ha resultado en más de tres millones de procedimientos voluntarios desde su implementación, representando aproximadamente uno de cada cuatro embarazos. Esta alarmante cifra plantea no solo preocupaciones demográficas, sino también cuestiones fundamentales sobre la dignidad y el derecho a la vida del ser humano no nacido.
Es crucial distinguir entre la despenalización del aborto y la proclamación de este como un "derecho". La primera puede ser considerada una realidad legal, pero la segunda plantea dilemas éticos y morales profundos. ¿Es realmente un "derecho" acabar con la vida de un ser humano en gestación?
La cultura contemporánea a menudo retrata el embarazo no deseado como algo nocivo, sin embargo, es importante reflexionar sobre las circunstancias que rodean la concepción. Si bien la concepción puede ser resultado de situaciones problemáticas, la vida misma siempre es un bien invaluable. Muchos casos de posibles malformaciones en el feto, que podrían haber sido motivo de aborto, han demostrado ser niños saludables al nacer. Esto refuerza la idea de que la vida merece ser protegida en todas sus formas, independientemente de las dificultades que puedan surgir.
Además, debemos resistirnos a la tentación de una eugenesia encubierta, donde solo los "perfectos" pasen el filtro para nacer. La vida humana no debe ser sometida a un "control de calidad". Cada vida tiene su propio valor intrínseco y merece ser protegida y respetada.
En conclusión, el debate sobre el aborto va más allá de la mera legislación y política demográfica. Se trata de reconocer y proteger el valor sagrado de cada vida humana, incluso en sus etapas más tempranas. La despenalización del aborto puede ser un hecho legal, pero nunca deberíamos perder de vista la dignidad y el derecho a la vida del ser humano no nacido.
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