Francesc Peirón, corresponsal de La Vanguardia en Nueva York, comienza su artículo titulado: Condena histórica a los padres del pistolero menor de edad de Michigan: “La jueza Cheryl Matthews ha hecho historia desde la estrada. La magistrada del condado de Okland, Michigan, impuso de 10 a 15 años de cárcel a James y Jennifer Crumbley, los padres de Ethon, que el 30 de noviembre de 2021 mató a tiros a cuatro compañeros del instituto de la ciudad de Oxford. Hacía una semana que sus progenitores le habían comprado la pistola, regalo anticipado de Navidad. Los expertos destacaron que los fiscales de todo el país tomaron nota de este caso como un precedente a aplicar para que los padres tengan presente que su conducta importa”. Ya era hora que los jueces corresponsabilicen a los padres de los delitos de sus hijos si no los han frenado de sus tendencias malvadas y más cuando loa centros educativos avisan a los padres del peligro que representan sus hijos como así ha sido en el caso de Ethon.
El principio educativo que los padres deberían tener presente es: “Y vosotros padres no exasperéis a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6: 4). Desgraciadamente este principio educativo no se aplica de manera generalizada porque los padres no creen en Jesús. La incredulidad parental no permite que los hijos se les eduquen en “la disciplina y amonestación del Señor”. Desde la más tierna edad los niños ya dan muestras de indocilidad e indisciplina. En vez de corregirlos según la edad, los halagan con carantoñas. Si no se les concede lo que piden lloriquean y patalean. Agradecen a los padres con gritos ensordecedores. Para no oírles les conceden lo que piden a pesar de que lo que piden no sea lo que más les convenga. Se ha sentado un precedente y los hijos saben cómo derribar las defensas paternas. En la muralla defensiva se ha abierto un boquete por el que entrarán los hijos siempre que quieran. ¿Tuvo algo que ver con esta actitud infantil que los padres de Ethan le comprasen la pistola con la que mató a sus cuatro compañeros del instituto?
Los magistrados deberían tomar buena nota de la sentencia condenatoria que la jueza Cheryl Matthews de castigar a los padres que con su pasotismo permiten que sus hijos cometan actos incívicos que perjudican a la sociedad.
La Biblia cita el supuesto caso de unos padres que tenían problemas con un hijo obstinado y rebelde que no entraba en razón. El propósito del relato es instruir a los padres que se encuentren en un caso real: “Si alguien tiene un hijo contumaz y rebelde. Que no obedece a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedece, entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde vive, y dirán a los ancianos de la ciudad: este hijo nuestro es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz, es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán y morirá, así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá y temerá” (Deuteronomio 21: 18-21).
Los siglos han transcurrido. Las costumbres han cambiado. La enseñanza del texto sigue vigente no para tenerlo impreso en un pergamino y colgado en un lugar preferente del hogar, sino para ser creído y practicado. La contumacia y la rebeldía del hijo tenían que ser desmesuradas para que los ancianos de la ciudad lo condenasen a pena de muerte. Las sentencias van de menos a más. Si los jueces quieren ser justos tienen que aplicarlas. Hoy como se ha perdido de vista que Jesús es el Juez supremo es políticamente correcto escurrir el bulto. La justicia es una y no hay más que una. Cada ilegalidad merece su castigo. ¡Ancha es Castilla! La incivilidad que se considera una falta leve queda impune. Las autoridades que han sido establecidas por Dios para imponer orden giran la cabeza fingiendo no ver nada. Así es porque existe tanta suciedad en las vías públicas que produce asco. Los hurtos persisten y como no se les pone freno, los delincuentes se envalentonan y se convierten en más violentos.
A menudo paso por una calle donde los contenedores están envueltos de suciedad. Con el barrendero que cubre la zona charlamos del tema. Me asombró que me dijese que tiene identificados a los responsables de la suciedad. ¿Lo ignoran las autoridades? ¿O es que prefieren que la cosa siga así pera evitarse problemas? Las promesas electorales son para cumplirse. Cuando se aproximan las elecciones los partidos presentan sus listas con los nombres de los candidatos por ellos escogidos. Al lector sólo se le permite escoger una papeleta y ponerla en la urna. Esto puede hacer pensar que la elección es democrática. Que el pueblo ejerce su soberanía. Es un error creerlo porque detrás de la acción humana se encuentra Dios que es quien guía la confección de las listas y quien controla el resultado electoral. “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Romanos 13: 1). El control soberano de Dios en las elecciones no significa que los que han sido democráticamente elegidos pueden hacer y deshacer a su antojo. “Son servidores de Dios para bien de los ciudadanos. Pero si hacen lo malo teman, porque no en vano llevan la espada, pues son servidores de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo” (v. 4). Si las autoridades no hacen el bien a los ciudadanos y no castigan a los infractores de la ley tendrán que dar cuenta de su negligencia cuando tendrán que presentarse ante el tribunal de Cristo para dar cuenta de su mayordomía.
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