China se ha embarcado en una progresión en los datos de inflación que parece frenar la tendencia deflacionaria que había experimentado antes de finales de 2023. La más reciente lectura del IPC del gigante asiático ha sido positiva. Un aumento del 0,3% indica una cierta recuperación de la demanda de los consumidores, lo cual es importante en un mercado tan grande como este. Además, la inflación subyacente también ha subido un 0,7%, lo que es significativo. Sin embargo, la debilidad del gigante asiático persiste y no se espera un crecimiento especialmente espectacular este año.
Se habla mucho de una eventual devaluación monetaria del yuan, algo que se viene especulando en los mercados. La pregunta es si China tiene argumentos claros para debilitar su moneda ahora, como hizo en 2015. La realidad es que sí. Una devaluación podría incentivar la demanda externa y, de manera indirecta, también la producción interna. La economía china no pasa por su mejor momento y toda ayuda estatal es poca.
Dicho esto, el contexto geopolítico actual es muy tenso. Estamos en medio de una guerra comercial que se ha intensificado a raíz de los nuevos bloques creados debido a la guerra en Ucrania. Además, a partir del año que viene, Estados Unidos tendrá un nuevo presidente, que, si hay un cambio en la Casa Blanca, probablemente no será amigable con las medidas comerciales con China. En este sentido, es posible que una devaluación del tipo de cambio no tenga el efecto deseado en la magnitud que las autoridades chinas esperan. -----------------
Comentario económico de Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad
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