Al menos 12 personas han muerto y otras 60 han resultado heridas a causa de la bomba que
ha estallado este viernes en un mercado nocturno de la ciudad filipina de Davao, en la que se
encontraba el presidente del país, Rodrigo Duterte, que ha salido ileso.
La explosión ha ocurrido alrededor de las 22.00 (hora local) en la avenida Roxas de Davao,
plagada de puestos callejeros de todo tipo, que acaba en el Hotel Marco Polo, una zona muy
frecuentada por Duterte, según ha contado a ABS-CBN la inspectora de Policía Katherine Dela
Rey.
"Estábamos en una reunión con amigos y escuchamos una gran explosión. Lo primero que
pensamos fue: 'es una bomba'", ha contado John Rhyl Sialmo III, un estudiante de 20 años
que estaba en el Ateneo de la Universidad de Davao, cercano al lugar de los hechos.
El portavoz presidencial, Ernesto Abella, ha dicho a CNN Filipinas que, aunque "no hay nada
definitivo", de momento hay "al menos 10 personas muertas y unas 60 heridas". Sin
embargo, la Policía ha informado después de que dos de los lesionados han fallecidos.
Las fuerzas de seguridad han acordonado la zona. "Hemos abierto una investigación en
profundidad para determinar las causas de la explosión", ha dicho el jefe de la Policía
regional, Manuel Guerlan. "Pedimos a la gente que esté alerta en todo momento", ha
añadido.
Duterte, se encuentra en Davao, su ciudad natal, de la que fue alcalde 22 años hasta dar el
salto a la política nacional, pero está sano y salvo y por razones de seguridad ha sido
trasladado a una comisaría, ha contado su hijo, Paolo Duterte, que es vicealcalde de Davao.
"Es un día triste para Davao y para Filipinas", ha declarado Paolo Duterte a través de un
comunicado, en el que ha subrayado que, de momento, se desconoce la autoría de este
ataque.
El Gobierno de Duterte, que comenzó su andadura hace unos meses, está en el punto de
mira por la guerra que ha lanzado contra el narcotráfico, que ha dejado más de 2.000
muertos, muchos de los cuales, tal y como denuncian organizaciones de defensa de los
Derechos Humanos, serían ejecuciones extrajudiciales.
Además, el presidente filipino ha prometido "derrotar" a Abú Sayyaf, un grupo armado
vinculado al Estado Islámico que actúa en la región sur del archipiélago, donde se concentra
la insurgencia musulmana de Filipinas, un país de mayoría cristiana.
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