El Ministerio de Sanidad ha recordado la importancia de prevenir y mitigar los efectos negativos que el calor excesivo puede tener sobre la salud de la ciudadanía, especialmente en los grupos de riesgo o más vulnerables, como personas mayores, mujeres gestantes, menores y personas con enfermedades crónicas, así como en aquellos colectivos que desempeñan su trabajo o realizan esfuerzos al aire libre.
Según informó el departamento ministerial, cada mañana se actualiza el mapa de niveles de riesgo para la salud por zonas meteosalud que cuenta, además, con un sistema de suscripción gratuito por mail y SMS y que puede consultarse en la web del ministerio.
Durante todo el verano, Sanidad mantendrá activo el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas por Altas Temperaturas, cuyo objetivo es reducir el impacto sobre la salud de la población como consecuencia del exceso de temperatura.
De hecho, señalaron desde Sanidad, la exposición a temperaturas ambientales elevadas puede provocar una respuesta insuficiente del sistema termorregulador humano. El calor excesivo puede alterar nuestras funciones vitales si el cuerpo humano no es capaz de compensar las variaciones de la temperatura corporal.
Una temperatura muy elevada produce pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos. En algunas personas con determinadas enfermedades crónicas, sometidas a ciertos tratamientos médicos y/o con discapacidades que limitan su autonomía, estos mecanismos de termorregulación pueden verse descompensados más fácilmente.
GOLPE DE CALOR
Desde un enfoque biológico, la exposición a temperaturas excesivas puede provocar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación o golpe de calor (el cual cursa con problemas multiorgánicos que pueden incluir síntomas tales como inestabilidad en la marcha, convulsiones, coma e incluso la muerte).
Durante el verano de 2023, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, identificó 3.009 defunciones atribuibles al exceso de temperatura a nivel nacional, siendo el tercer verano con mayor cifra de excesos de la serie 2015-2023.
Durante ese mismo año, las autoridades sanitarias autonómicas notificaron al Ministerio de Sanidad 24 fallecimientos por golpe de calor, con una media de edad de 53 años y una distribución por sexo del 87,5% en hombres y 12,5% en mujeres.
Por ello, desde el Ministerio de Sanidad se insistó en un decálogo de recomendaciones generales, con el objetivo de minimizar los daños que las personas pueden sufrir a consecuencia del calor.
RECOMENDACIONES
Entre ellas, beber agua o líquidos con frecuencia, aunque no se sienta sed y con independencia de la actividad física que se realice; y evitar las bebidas con cafeína, alcohol o muy azucaradas, ya que pueden favorecer la deshidratación.
Además, hay que prestar especial atención a bebés, menores, mujeres embarazadas o lactantes, así como personas mayores o con enfermedades que puedan agravarse con el calor (como las enfermedades cardíacas, renales, diabetes, hipertensión, obesidad, cáncer, patologías que dificultan la movilidad, demencia y otras enfermedades mentales, así como el abuso de drogas o alcohol).
Igualmente se recomienda permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos, a la sombra o climatizados; procurar reducir la actividad física y evitar practicar deportes al aire libre en las horas centrales del día; usar ropa ligera, holgada y que deje transpirar y no dejar a una persona en un vehículo estacionado y cerrado.
Del mismo modo se pide consultar a un profesional sanitario ante síntomas que se prolonguen más de una hora y que puedan estar relacionados con las altas temperaturas; mantener las medicinas en un lugar fresco; el calor puede alterar composición y sus efectos y hacer comidas ligeras que ayuden a reponer las sales perdidas por el sudor (ensaladas, frutas, verduras, zumos, etc.).
CALOR EXCESIVO
Del mismo modo, el Ministerio de Sanidad destacó que el impacto de la exposición al calor excesivo está influido por el envejecimiento fisiológico y las enfermedades subyacentes del propio individuo. Normalmente, un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de hasta aproximadamente 37 grados centígrados sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. A partir de 37 grados, se produce una reacción fisiológica de defensa. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que las personas mayores y los menores son más sensibles a estos cambios de temperatura.
Además, desde un punto de vista social, el aislamiento, la dependencia, algunos tipos de discapacidad, así como las condiciones de habitabilidad de las personas con menos recursos, añaden factores de riesgo que hacen aún más vulnerables a estos colectivos.
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