Permítanme comentarles sobre mi incursión en la Antigua Roma y en las denominadas lenguas muertas al objeto de conocer la raíz etimológica de la palabra <cliente> y su evolución en el tiempo para confirmar (o no) la posibilidad de alguna otra acepción que me hubiera pasado inadvertida hasta llegar a nuestros días.
Pues bien, en esa diacronía del vocablo se extraen cuatro principios básicos que permanecen inalterables cual corpus:
1- La libertad mutua 2- La protección como valor principal 3- Respeto mutuo 4- Derecho y cliente
Se hace difícil entender la razón por la cual la gran mayoría de medios de comunicación emplean esta calificación con aquellas personas que sin ningún tipo de escrúpulos violentan y esclavizan la vulnerabilidad de otras.
¿Clientes?
¿No creen, que la experiencia bien valdría el esfuerzo en definir de manera más justa y menos eufemística lo que a todas luces es un victimario de manual? ¿Nadie se va a determinar como defensor de la importancia real del lenguaje (el lenguaje crea realidad) y da un primer paso hacia la concienciación denunciando de una vez por todas el uso de este sustantivo en el tratamiento narrativo de las noticias relacionadas con la explotación sexual?
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