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Ídolos, santos y deidades, ¿para qué?

Vida Universal
martes, 13 de septiembre de 2016, 08:24 h (CET)
Ningún verdadero profeta de Dios ha fundado nunca una religión externa, a través de la cual se ate a los seres humanos a rituales, dogmas y cláusulas de fe. El Espíritu libre, que es la unidad de todo lo que existe, no manifestó a través de ningún profeta que hubiera que instituir mediadores con el fin de mantener la comunicación con Sus criaturas.

Jesús enseñó en la oración del Padrenuestro la unión directa con Dios, a quien podemos llamar Padre, ¿por qué las Iglesias enseñan justamente lo contrario, interponiendo sacerdotes como mediadores entre Dios y Su hijo? A través de Su poderosa Palabra manifestada, el Eterno siempre ha conducido y conduce directamente a los seres humanos para que tomen responsabilidad por su propia forma de sentir, pensar y obrar, también por todo lo que existe. Sin embargo las religiones sacerdotales se instalaron a sí mismas para atar a las personas a sus enseñanzas y a sus cultos. Erigieron casas de piedra e instalaron en ellas a ídolos, a cuyas efigies y deidades deben rezar ellos y sus seguidores, los seres humanos. Hasta el día de hoy las personas se arrodillan ante los llamados santos, a pesar de que los verdaderos profetas de Dios, en todos los tiempos, denunciaron públicamente la idolatría.

Sobre esto ya Isaías avisó a la humanidad con las siguientes palabras: “Si gritas pidiendo ayuda, entonces que te salven tus muchos ídolos, pero el viento se los lleva a todos, un soplo los quita de en medio. Más quien confíe en Mí, recibirá la Tierra como herencia y poseerá Mi Monte sagrado”. En las religiones sacerdotales de entonces y de la actualidad, los maestros de ceremonias honran a imágenes de ídolos hechas por ellos mismos. Llaman a Dios con sus letanías paganas invocando lo secreto, haciéndose pagar ricamente por el pueblo, del que se distinguen premeditadamente por sus costosas vestiduras, por su dios envuelto en misterios y por sus servicios idolatras.

Las obras de las religiones sacerdotales han dado por sí mismas la prueba de donde están asentadas, porque ninguna religión ha cumplido lo que fue anunciado a través de los profetas. Las religiones externas no han presentado ninguna prueba de que ellas vivifiquen la Palabra de Dios y de que cumplan las predicciones de los profetas de Dios para que, como dijo el Eterno a través de Isaías, “reciban la Tierra en herencia y posean Mi Monte sagrado”.

No sólo Isaías, también Óseas, Jeremías y Jesús, así como muchos otros portadores de la Palabra de Dios, anunciaron el Reino de la Paz, así como el cumplimiento de la alianza con Dios, que se mostraría en la unidad de toda vida entre el ser humano, la naturaleza y los animales. Si las religiones hubiesen cumplido las promesas de los profetas de Dios, habrían demostrado la verdad de las palabras de Dios y la Tierra tendría hoy un aspecto diferente.

El teólogo e historiador de la iglesia Walter Nigg en su libro “Pensadores proféticos. ¡No apaguéis al Espíritu!” describe al sacerdote como al enemigo natural del profeta. Por tanto si Dios habla a través de los verdaderos profetas, pero el sacerdote es el enemigo natural del profeta, ¿a quién sirve entonces el sacerdote? Fuero los sacerdotes de la época quienes llevaron a Jesús a la cruz y quienes instigaron para que los romanos lapidaran a Esteban. Siempre fueron los sacerdotes de culto los que actuaron contra la Palabra de Dios. Y esto porque Dios siempre desenmascaró a los sacerdotes a través de Sus verdaderos profetas.

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