Omar Cruz, nuestro colaborador, nos presenta una selección de poemas Liz Kamalich Santiago Lugo, también conocida como Ká (Puerto Rico, 1997), graduada en Artes y Humanidades con concentración en Historia. Autora de “Un lugar para quedarse” (Editorial Pulpo, 2023) y fundadora de la alianza Puntos Nómadas, donde en colaboración con Editorial Casa Cuna publica sus poemas en la antología “Transversales”. También participó en la antología “Colapso” (ECU, Editorial Cundeamor) y en la antología “Autor N10” (Editorial Hago Cosas). Ha sido publicada en las revistas La Raíz Invertida, Santa Rabia Poetry, Centro Cultural Tina Modotti, Hound, Las Marías y Revista Didasko. Fue becada para tomar un curso de literatura caribeña en el programa de Anticanon y en el Instituto Francisco Bonó.
Kupia Kumi
«Ello es el lugar donde me pongo» —Cesar Vallejo
El lugar donde me pongo es un balcón que se hace orilla a la ventana de mi reflejo.
Es lágrima de mugre cuajada bajo las uñas de un viejo pasamano.
La locura de una lancha que viaja descalza sobre los mapas ocultos trazados de mis ojos junto al asombro de una fisonomía que se avienta en los brazos de la selva.
Tanto fue que oré que supe del sendero aliento y fui a suplicarle que me poseyera que las traslucidas jaulas de mi mente desvanecieran para así saberme ave pájaro libre, amor volando.
Aunque sé que el peso de libertad que llevo atado a mi espalda tambalea sobre la marea 7n recipiente de agua- agridulce- nos divide trenzándome en un sorbo.
Me he perdido enlazando el dolor con el amor y tallando sobre una piedra mi encuentro sobre la aturquesada alegría de una osamenta nueva.
Kilómetros
No nos separan kilómetros ni calles, ni aceras quien no separa es nuestra manta de disparidad nuestra forma rígida de cobijarnos en ella tratando de defender lo que creemos que no somos.
A través de la ventana
Otra vez esta tristeza que miro pasar a través de la ventana llanto mudo del alma hastío del cuerpo a merced del aire.
Cosas que duermen conmigo el vacío, la tristeza, la misma ventana chueca y los cuervos de la noche que entran más allá de la carne desmenuzando la pólvora de mis cabizbajas lágrimas: sangre fría, coagulada del ayer.
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