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Olla de grillos

"Porque los pastores se infatuaron, i no buscaron al Señor, por tanto, no prosperarán, y todo su rebaño se esparció" (Jeremías 10: 21)
Octavi Pereña
lunes, 2 de septiembre de 2024, 13:09 h (CET)

Salvador Pié, teólogo y rector de Santa María del Mar, comienza su escrito: Un documento vaticano renovador, con estas palabras. “El papa Francisco recordó al inicio de su pontificado la necesidad “de una conversión del papado” ya que “una excesiva centralización más que ayudar complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera” (Evangelii gaudium, núm. 23). ¿Un documento vaticano renovador?, de renovador no tiene nada. Según Salvador Pié todo el documento gira alrededor del maquillaje del papado.


Según Salvador Pié, Undocumento vaticano renovadorsugierediversas propuestas concretas de futuro”. “La primera es una interpretación renovada del Concilio Vaticano I. “La segunda propuesta subraya la importancia del obispo de Roma y la realidad universal de la Iglesia”. “La tercera recomendación se refiere a la sinoledidad y autoridad de las conferencias episcopales en referencia al sínodo de los obispos. También en la necesidad de una mejor implicación de todo el Pueblo de Dios en los procesos sinodales”. “Finalmente se propone una premoción de la “comunión conciliar”, con los encuentros regulares entre los líderes de la Iglesia de todo el mundo”.  El teólogo y rector de Santa María del Mar cierra su escrito con clamor de victoria: “He aquí un documento propositivo y renovador”.


En el escrito del rector de Santa María del Mar no aparece ninguna muestra de arrepentimiento hacia Dios ofendido por los pecados de la Iglesia. Eso sí: Mucha actividad, muchas promesas de hacer. En definitiva una imitación de la clase política que promete constituir mesas de diálogo que a lo sumo se reúne una vez y dejar que el tempo arregle lo que no se puede arreglar.


Al Señor no se le puede dar gato por liebre porque conoce al dedillo lo que se esconde en el interior del hombre: “Si te vuelves, oh Israel, dice el Señor, vuélvete a Mí. Y si quitas de delante de Mí tus abominaciones, entonces no irás de acá para allá” (Jeremías 4: 1). El Señor Jesús narra la parábola del sembrador que a voleo esparce semilla de trigo. Una parte de la semilla cae entre espinos. Jesús explica el significado que esto tiene: “Éste es el que oye la Palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la Palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13: 22). El payés experimentado no comete el error de sembrar trigo en un campo sin artigar. Primero lo limpia. Después lo siembra. Luego a esperar que dé cien, setenta o treinta. Esto es lo que el Señor de la Iglesia espera: “Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos” (Jeremías 4: 3). El Señor enfatiza: “Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad? (Jeremías 4: 14).


¿Qué le ocurre a la Iglesia Católica que siembra una y otra vez en un corazón sin artigar? a parábola del sembrador responde a la pregunta: “Éste es el que oye la Palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la Palabra y la hacen infructuosa”. Si Salvador Pié cree que de los despachos del Vaticano puede salir algo propositivo e innovador es que es un iluso.


¿Por dónde debe empezar la Iglesia Católica a artigar su campo para que dé trigo abundante? El salmista responde a la pregunta: “La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo” (salmo118 22). Si quienes construyen la Iglesia no lo hacen sobre la Roca que es Cristo, el resultado es decepcionante: “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican, si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela el guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar” (Salmo 127: 1, 2). Sin Jesús que es la Roca sobre la que se construye la Iglesia el trabajo religioso es vanidad de vanidades.


Jesús explica la parábola de los viñadores malvados que hieren, matan a los siervos del dueño de la viña para terminar matando a su hijo. Jesús dice a sus oyentes: ”¿Qué es lo que está escrito? La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. Todo lo que caiga sobre aquella piedra será quebrantado, mas sobre quien ella caiga, le desmenuzará” (Lucas 20: 17, 18). Para que nadie se salga por la tangente el apóstol Pedro identifica quien es a piedra que los edificadores de la Iglesia rechazan: “He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa, y el que en Él cree no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creen, Él es precioso, pero para los que no creen, la piedra que los edificadores rechazaron, ha venido a ser cabeza del ángulo, y Piedra de tropiezo, y Roca que hace caer, porque tropiezan en la Palabra, siendo desobedientes, a lo cual fueron también destinados” (1 Pedro 2: 6-8).


La Iglesia católica niega que Jesús sea “la principal piedra del ángulo, escogida y preciosa”, no implícitamente sino  anteponiendo a Él a María y a su cortejo de santos y santas que roban que Jesús sea “la principal piedra del ángulo escogida y preciosa”. No debe sorprendernos que la Iglesia católica se haya convertido en una olla de grillos.

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