Las actividades deportivas, como tantas otras, son muy beneficiosas hasta que intentan superar los límites naturales. Lo que me preocupa sobremanera es la profesionalización del deporte y la creación de figuras deportivas de laboratorio.
Este verano nos hemos inflado de asistir a competiciones de élite. Futbol, juegos olímpicos y paraolímpicos, ciclismo, regatas, etc. Todas ellas basadas en ganar medallas y superar a los competidores. Como todas las actividades, el deporte tiene sus pros y sus contras. Admiro el afán de superación de ese grupo de deportistas de todas las edades que han superado sus “problemas” físicos o psíquicos, que han salido del “armario” en el que la sociedad les ha escondido durante siglos y han participado en las paraolimpiadas. Entiendo sus lagrimas al sentirse ovacionados y admirados por un mundo que hasta hace poco les ignoraba. Siempre surge un pero. Con el ansia de “superar los récords”, someten a los deportistas olímpicos, paraolímpicos y de todo tipo, a trabajos que rondan la tortura y a la larga crean secuelas a los que sufren esos exagerados entrenamientos. Escuchando comentar a nuestra gran Carolina Marín el proceso de preparación al que había sido sometida, (y al que se le presenta en el futuro), intuí que, a veces, los mentores deportivos se pasan de rosca. Podemos observar la pléyade de futbolistas muy jóvenes que caen lesionados de gravedad al ser sometido a entrenamientos y esfuerzos que no resisten sus cuerpos aun en formación. No entiendo nada de medicina, pero me parece que no es adecuado que te cambien la sangre, entrenes en apnea o te corten la circulación de las piernas para después recibir más fuerte el riego sanguíneo. Deporte sí. Manipulación vital o tortura, no. Afán de superación, siempre. Me siento totalmente solidarizado con esos que llegan los últimos en las carreras, hacen lanzamientos más cortos o se sienten felices al poder dar unos cuantos pasos. Por otra parte confieso mi admiración por Rafa Nadal, Carolina Marín o tantos otros que han superado sus graves lesiones con voluntad, esfuerzo y tenacidad. Pero sigo pensando que tenemos que tener mucho cuidado con los límites del ser humano.
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