Algunas cadenas de televisión, algún que otro juez, la permisividad del linchamiento mediático a la persona en base a una mal entendida libertad de expresión, la parcialidad de las cavernas de derecha e izquierda, el tú más, la crisis económica, las distintas maneras de realizar la corrupción política, la inflación de periódicos digitales, las telas de arañas de las redes sociales y la ineptitud de buena parte de los actuales dirigentes políticos pueden conseguir que la política con mayúsculas bese la lona del ring político; y no porque tengamos que volver, si fuese necesario, a unas terceras elecciones generales, sino porque los líderes actuales, comenzando por los mandatarios del PP y finalizando con el personal de Bildu, no dan la talla necesaria de credibilidad y confianza.
Cuando el actual Secretario General del PSOE se erige, sin que nadie lo mandate, en muñidor de una posible composición de ideales contrapuestos para no sé qué y presentárselo a no sé quién, se está perdiendo buena parte del juicio, incluida la famosa muela.
La vieja política, la que hoy podíamos encarnar en el ya casi anciano señor Rodríguez Ibarra, afirmando que él jamás pediría el escaño de senadora a Rita Barberá al tiempo que deja caer que se largará con viento fresco del PSOE si Sánchez pacta con Podemos, podíamos afirmar que ella, la vieja política, es más lozana que esa que hoy llaman emergente o nueva; cierto es que ya lo podía haber dicho con anterioridad, me refiero a los pactos municipales o autonómicos conseguidos con la tropa del exJEMAD Julio Rodríguez.
Si la formación de un gobierno nacional, como afirman numerosos analistas, depende del resultado electoral que se pueda dar en Galicia y País Vasco con las mareas, bloques, bildus y batasunos, además de socialistas, populares, podemitas y ciudadanos, apaga la esperanza y vámonos camino de la nada, pues machacamos la voluntad popular nacional, la que nace de los dos escrutinios generales que han tenido lugar en España, con perdón del señor Tardà, muy republicano por cierto, pero más maleducado.
Mañana hablaremos de Andalucía, o no; y es que no sé, amigo “YC”, si vale la pena.
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