Para recorrer a pie casi 23.000 kilómetros se debe gozar de una impecable forma física, disponer de tiempo para ello y tener un intrépido espíritu aventurero. Un desafío casi inimaginable jamás transitado, porque no está documentado que nadie aún lo haya logrado.
Hablamos de la ruta senderista terrestre más larga del mundo, concretamente, con una extensión total de 22.748 kilómetros. Es la distancia más prolongada que se puede transitar a pie entre dos puntos de la Tierra. La que se inicia en el Cabo de las Agujas (Cape Agulhas), el punto más meridional del continente africano e intersección entre los océanos Índico y Atlántico y que concluye en la ciudad de Magadán, en el extremo oriental de Siberia junto al mar de Ojotsk, después de recorrer sabanas, reservas naturales, frondosas selvas, extensas llanuras, dunas, desiertos, cordilleras, estepas, taigas, tundras e inhóspitas mesetas.
Transcurre por tres continentes (África, Europa y Asia) y lo curioso es que se trata de un camino o carretera que se recorre en su totalidad a pie, sin tener que coger ningún otro medio de transporte. Aquellos canales ríos o lagos que se tienen que cruzar se salvan a través de puentes.
En esta ruta senderista, compleja y colmada de dificultades, se atraviesan nueve husos horarios, climas totalmente adversos, condiciones meteorológicas intensas, quince países y dos hemisferios; traspasando ambientes tan extremos como el infierno del desierto sahariano o la congelada estepa siberiana, zonas de fauna salvaje africana, territorios con enfermedades mortales endémicas o regiones en continuos conflictos bélicos fronterizos.
El itinerario
Partiendo desde L’Agulhas, el punto más meridional de África, cruza de sur a norte los altiplanos de Sudáfrica y se adentra en Botsuana recorriendo el desierto de Kalahari, las mesetas de Zimbabue, la sabana de Zambia, las sierras areniscas y calizas del Congo, las reservas y parques naturales de Tanzania y los santuarios de la naturaleza de Uganda.
Dejando atrás el África Central el camino prosigue por las llanuras y las planicies de Sudán del Sur, el desierto del Sahara en Sudán y Egipto con temperaturas que superan los 45ºC y el valle y delta del Nilo que baña ambas naciones.
Cruzando el canal de Suez, el trayecto continua por el valle del Rift y las grandes dunas de Jordania, la árida estepa pedregosa de Siria, la multiplicidad paisajística de cordilleras, sierras y páramos de Turquía, penetrando en Europa a través de la montañosa Georgia, alcanzando Rusia para iniciar un trecho importante de llanuras, bosques y praderas que conducen hasta Siberia, la vasta región que ocupa la parte oriental de la federación rusa, salpicada de tundras, zonas boscosas que forman las denominadas taigas, macizos montañosos y llanuras heladas donde se pueden alcanzar fácilmente los -50ºC, atravesándola de punta a punta y marcando el final de la larga travesía que llega a la ciudad de Magadán la denominada “Carretera de los Huesos”, por la gran cantidad de presos de los Gulag que murieron durante su construcción a mitad del siglo pasado y que fueron enterrados bajo el camino.
¿Ficción? La ruta existe
Como ya se mencionó anteriormente el reto se antoja casi imposible, que desafía los límites de la resistencia humana. Una ruta compleja y trufada de innumerables dificultades, escollos, riesgos y peligros.
Solo al alcance de personas con tal nivel de resistencia que las piernas y la mente les den para que puedan recorrer más de la mitad de la circunferencia terrestre, pero que no ha quedado aún demostrado que alguien lo haya concluido en su totalidad.
Caminando una media de 20 kilómetros diarios sin descanso se tardaría algo más de 1.100 días, o lo que es lo mismo tres largos años. ¿Posible? Difícil creerlo. ¿Ficción? Nada más lejos de la realidad. La ruta existe pero el reto es de una dimensión inconcebible. No solo la resistencia debe ser física, también mental.
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