He visto en un libro una ilustración de Raúl Arias que está inserta en un libro de artículos de Luis Landero, en el que una vaca dibujada tiene un pájaro y un gato en el lomo… Pero la proyección en la sombra o en sombra, es todo negro. Me parece una ilustración notable, excelente, maestra, genial… Es un dibujo, que si los humanos no fuéramos tan propicios a recibir ingentes cantidades de información y de datos culturales, podría quedar para generaciones futuras...
No conocía a este autor, o, supongo que habría visto ilustraciones suyas, pero no reconocía ni el nombre, ni la firma, pero he encontrado una decena, varias en un libro que ilustra de Luis Landero, un libro antológico de artículos periodísticos, titulado, ¿Cómo le corto el pelo, caballero?, que me parecen también de un alto nivel estético y conceptual.
Pero hoy, no solo alabaremos los artículos del notable escritor Landero, sino también las ilustraciones de Raúl Arias, que el interlocutor de Internet, me indica que nació en 1966 en Madrid, y, es poliilustrador o ilustrador en diferentes carreras y técnicas y géneros…
Pero creo que la ilustración de la vaca, una vaca en blanco y negro, una vaca que en su lomo, tiene pintado un pájaro y un gato, y, proyecta su sombra, y la sombra es la sombra de una vaca totalmente negra. Creo que es un símbolo y metáfora de lo que somos. Todo lo que existe en este mundo proyecta sombras, al menos todo lo que tenga un cierto tamaño, y, la sombra no es lo mismo que la realidad. Unos seres humanos proyectan sombra, muy pequeña siendo grandes, otros proyectan sombras muy grandes, siendo muy pequeños…
Han observado ustedes esas montañas o picos, que al atardecer, proyectan sombras según la caída del sol, sombras que se mueven y conmueven y remueven, es como si el monte o pico fuese andando por la superficie de la tierra… En la cultura japonesa, leí ya hace lustros, un artículo largo, en el que explicaba que todo estaba hecho pensando en las sombras, luces de velas que se iban proyectando en los objetos, y, al moverse se removían, iban cambiando los objetos de forma. Y, de alguna manera servía para entenderse y comprenderse, para meditar y reflexionar y pensar en el sosiego…
Quizás, hayamos perdido el concepto de sombra, el concepto del movimiento de la sombra, el concepto de entre luz y sombra y negrura y grises y movimientos de sombras y grises. En todos los matices de la sombra. Ahora tenemos luces eléctricas, enormemente potentes, tanto de noche en lugares colectivos o paisajes o en lugares internos e interiores o familiares o habitaciones.
Quizás, en cierto sentido hemos dejado y olvidado la capacidad de pensar, que el pensar nos piense y repiense. No de pensar racionalmente, sino no dejamos al interior que nos piense, que nos envíe mensajes de recuerdos o de ideas, de sombras. Quién sabe si el gran Descartes, hubiese tenido la intuición de noviembre, si el frío del invierno de noviembre en un campamento militar, la sombra que producía la lumbre y el calor, el movimiento del pensar interno, en definitiva, de la sombra. Quizás, todo el pensar occidental moderno, nace del “pensar bajo la sombra de una habitación, al calor de un invierno en noviembre, en algún lugar de Europa”. Si pienso o pienso luego existo. En todas sus formulaciones, el cogito cartesiano…
Nos dice esa vaca, esa realidad-vaca que es un ente que tiene significados y significantes diversos y profundos, nos muestra que lo real, siempre es polisemántico y polisignificativo y poliestético y poliédrico, tiene muchas variantes. Pero las sombras de lo real, las proyecciones de lo real, es más sintético y más simplificador.
Estudien cualquier fenómeno humano o social o cultural o político o económico, entran docenas de variables, después, la sombra explicativa, es sintética. Estudien la famosa Transición de hace cinco décadas, si entramos en ella y estábamos en ella, existían decenas de factores y variables. Después, las explicaciones se simplifican, se limpian de muchos valores, muchos hechos han quedado olvidados, otros semiolvidados, otros se consideran que no son relevantes para la explicación de esos fenómenos. Hasta que de vez en cuando, surgen baúles de algún protagonista de aquellos tiempos, con cientos de notas y fechas, y, entonces, todo se nubla y se deshiela y se mueve y conmueve un poco, pero entonces, enseguida vienen las interpretaciones de siempre que hay que creer, y, se olvidan las nuevas… -hay que pasar tres siglos para conocer el presente, como nos diría el maestro Cunqueiro, pero el problema señor Cunqueiro, es si los documentos quedarán dentro de trescientos años…-.
El tiempo te enseña muchas cosas, porque olvidas muchas cosas, y, quizás, recuerdas algunas cosas de algunas variables, que no eran tan importantes en aquella época, pero ahora sí. Vivimos en la memoria, de alguna forma, la memoria es verdad y la memoria es falsa. Por eso, algunos teólogos decían, cuando todavía la población creía mayoritariamente en los teólogos, o en los sermones de los teólogos en sus púlpitos, que solo en Presencia de Dios, conoceríamos la realidad, la realidad de nuestras vidas y la de los demás. Hasta ese momento, nos moveríamos en sombras, en un mundo de sombras… De momento sigan a Raúl Arias, ilustrador, y a Luis Landero, escritor y articulista, porque nos hacen el milagro de que las sombras no sean tan sombras… Paz y bien.
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