El Papa, durante su viaje a primeros de mes a cuatro países de Asia y Oceanía, dirigió también sus primeras palabras a la Iglesia que camina en esas tierras. Francisco apuntaba, con una bella metáfora de la realidad de ese país, Indonesia, formado por miles de islas, que la fortaleza en la fe, la apertura a todos en la fraternidad y la cercanía a cada uno en la compasión, deben ser los “puentes del corazón” que unen a todas las islas. Son los millones de “puentes” que unen a las personas que habitan el gran archipiélago indonesio, y que forman, dijo el Papa, “un bordado inmenso de hilos de amor que atraviesan el mar, superan las barreras y abrazan todo tipo de diversidad, haciendo de todos un solo corazón y una sola alma”.
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