La violencia desatada por bandas criminales, y las condiciones precarias de sobrevivencia, han forzado el desplazamiento de sus hogares a unas 700.000 personas en Haití, y la mitad de ellos son niños, según han indicado en diferentes informes agencias humanitarias de las Naciones Unidas.
Grégoire Goodstein, jefe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Haití, dijo que “el fuerte aumento de los desplazamientos subraya la urgente necesidad de una respuesta humanitaria sostenida”.
La violencia ha obligado a más de 110 000 personas a huir de sus hogares en los últimos siete meses, sobre todo en Gressier, comuna al oeste de la capital. Las familias se desplazan principalmente desde y dentro del área de Puerto Príncipe, la capital asolada por el control de las bandas.
En lo que va de año han sido asesinadas al menos 3660 personas por la acción de las bandas, incluyendo esas cifras, compiladas por entes de la ONU, a los abatidos en la guerra entre pandillas o por la acción de las policías sobre ellas.
La mayoría de las personas desplazadas, alrededor de 75 %, están ahora refugiadas en las provincias del país -de 27 750 kilómetros cuadrados- y solo la región peninsular del Gran Sur, donde está Gressier, acoge a 45 % de todos los desplazados.
Puerto Príncipe, de un millón de habitantes y donde la situación sigue siendo precaria e impredecible, acoge a una cuarta parte de los desplazados, a menudo en lugares superpoblados, con escaso o nulo acceso a los servicios básicos.
“Llamamos a la comunidad internacional para que intensifique su apoyo a las poblaciones desplazadas de Haití y a las comunidades de acogida, que siguen mostrando una notable capacidad de resistencia frente a estos retos”, dijo Goodstein.
Las comunidades de acogida siguen siendo las más afectadas por esta crisis, ya que 83 % de los desplazados están alojados en familias.
La presión sobre los recursos es inmensa, y la mayoría de los hogares de acogida informan de importantes dificultades, como escasez de alimentos, instalaciones sanitarias desbordadas y falta de suministros esenciales en los mercados locales.
Las infraestructuras y los servicios en las provincias también están sometidos a una gran presión, y entre las necesidades más acuciantes se encuentran la comida, un alojamiento adecuado y el acceso a la atención sanitaria y la educación.
Por añadidura, la actividad de las bandas armadas y su control sobre vías y barriadas dificulta el acceso con ayuda humanitaria a las comunidades.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU ha indicado que hasta 5,4 millones de personas, casi la mitad de los 11,5 millones de habitantes del país, padecen inseguridad alimentaria aguda, y estimaba que unas 6000 personas podrían estar en situación catastrófica, es decir, al borde de la inanición.
Las agencias consideran crucial que continúen los esfuerzos para restablecer la estabilidad y la seguridad en el país, en paralelo con la ayuda humanitaria.
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el envío de una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, integrada por 2500 efectivos armados, para ayudar a la policía haitiana, y acaba de renovar su mandato hasta el 2 de octubre de 2025.
Esa misión está liderada por Kenia, que ya desembarcó en Haití a 400 efectivos y se espera que agregue otros 600, y deben sumarse contingentes policiales prometidos por Bahamas, Bangladés, Barbados, Belice, Benín y Chad.
Se trata de un acuerdo pactado con las fuerzas políticas haitianas por gobiernos de América del Norte, Europa, Brasil y el Caribe, mientras que la conducción del país ha quedado en manos de una presidencia colegiada y un Gobierno provisorio, con plazo de año y medio para organizar elecciones generales.
De su lado, Cindy McCain, directora ejecutiva del PMA, llamó a “no darle la espalda a la peor emergencia alimentaria del hemisferio occidental. No puede haber seguridad ni estabilidad en Haití mientras millones de personas se enfrentan al hambre”.
A-E/HM - Fuente: IPS
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