Una sana mentalidad laical lleva a que lo que nos une a los cristianos es la fe y la moral cristiana. Unidad en lo esencial y libertad en lo demás. Esto cuesta entenderlo en mentalidades de partido único y de uniformidad. Hay que saber discernir la cantidad de cosas positivas que lleva esta época que nos ha tocado vivir.
Por eso unos a unos les gusta lo clásico a otros lo moderno; unos prefieren seguridad, otros libertad; ¿cóncavo o convexo?. Respetar la diferencia nos enriquece y cuesta mucho distinguir lo esencial de lo accesorio.
El error grave es hacer esencial lo que no lo es, o hacer accidental lo que es esencial. La Iglesia no es un club de selectos, más bien de pecadores que luchan; el justo cae siete veces, pero siete veces se levanta. Lo importante es levantarse, con la ayuda de Dios que siempre perdona.
Familia, derecho a la vida, educación son cuestiones esenciales, no accesorias. Trabajar codo con codo, con colegas no creyentes pero honrados, con colegas y amigos poco atentos y pechar con las propias opciones y responsabilidades es el camino.
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