Recientemente, el Papa Francisco ha visitado Bélgica y Luxemburgo, nunca mejor dicho, en un “viaje apostólico”. No podía faltar su visita a la cripta donde reposan los restos mortales del Rey Balduino, monarca en proceso de beatificación. Como ha revelado la prensa, la alusión del Papa al aborto levantó polvareda en el Gobierno de la nación y en la Universidad Católica de Lovaina. ¿Católica, esta universidad? Pero si es imposible ser católico y abortista, porque el amor al prójimo es una ley cristiana irrenunciable. ¿Cómo se puede amar a todos y aceptar la muerte violenta de un ser humano inocente? Lo dejaron claro el Concilio Vaticano II, los papas posteriores y, también, Francisco: "La vida y la dignidad de las personas no son negociables bajo ningún aspecto". Es propio que el Papa haya condenado el aborto en Bélgica, pues el Benelux podría considerarse epicentro de la cultura de la muerte por su actitud hacia el aborto y la eutanasia. Sobre Balduino, dijo: “El rey fue valiente porque ante una ley de muerte no firmó y dimitió. Eso requiere valor, ¿no? Hace falta un político 'con pantalones' para hacer eso. Hace falta valor. Él también dio un mensaje con esto y también lo hizo porque era un santo. Todavía no es un santo, pero el proceso de beatificación seguirá adelante, porque hemos tenido pruebas de ello (...)." En el viaje de regreso manifestó a los periodistas: “La mujer tiene derecho a la vida: a su vida, a la vida de sus hijos. No olvidemos decir esto: un aborto es un asesinato. La ciencia te dice que en el mes de la concepción ya están todos los órganos... Matas a un ser humano. Y los médicos que se prestan a esto son -permítanme la palabra- sicarios. Son sicarios” (Aciprensa, 29-9-2024).
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