Este nuestro país, España, es en buena parte ateo y, por tanto, no cree en el poder de la oración o de la plegaria soltada a todo pulmón.
Acaso creen ustedes, queridos lectores que lo de Feijóo ha sido un milagro; si así fuese están ustedes cayendo en un craso error. Su victoria en Galicia se ha basado en un hecho muy normal, la moderación de un político en su hacer silencioso y sin algarabías; exactamente igual que lo de Urkullu en el País Vasco que, a la chita callando, se ha desmarcado en buena medida de las tesis de Sabio Arana y ha proclamado, sin aspavientos, que la teoría del fundador del PNV sobre un Estado independiente vasco no tiene cabida en el siglo XXI y los vascos, buena gente en general salvo las consabidas excepciones, así lo han entendido y lo han apoyado en franca mayoría.
Todos sabemos que el PSOE de Pedro Sánchez ha recibido duros varapalos en los dos territorios, y lo más lamentable para sus afiliados, que no para los votantes, ha sido superado en ambas comunidades por los hijos de “Podemos”.
Y ahora, esta misma tarde, gran parte de las baronías socialistas anda en plan rebelión y pidiendo, más o menos, su cabeza “política”, pero él, que se sabe poseedor de la buena nueva, o sea, del NO a Mariano Rajoy, se sabe mandatado por la plegaria de Iceta, el secretario general de partido socialista catalán, para seguir en ese caminar hacia su propia destrucción y, de paso, del histórico PSOE.
Creyente, quiero creer, se ha apoderado de la plegaria de Iceta y, como un nuevo Moisés, quiere salvar a los suyos en un auténtico éxodo hacia la nueva tierra prometida.
Y es que Iceta clamó a los cielos: “Por favor Pedro, sálvanos de Mariano Rajoy y del Partido Popular, por Dios líbranos de ellos, Pedro no nos deje, sé fuerte, aguanta las presiones…”
Comprenderán ustedes que Pedro Sánchez se sabe señalado por el dedo divino y ante eso, querido pueblo, es imposible luchar, dialogar y comprender.
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