Detalle de grabado de María Cunitz
María Cunitz nace en 1610 en Wołów, en Silesia, Polonia y muere el 22 de agosto de 1664, fue la primogénita del médico Heinrich Cunitz y de Maria Scholtz, quien era descendiente del matemático alemán Anton von Scholtz (1560-1622) y se alza como una figura excepcional en el firmamento de la astronomía, las matemáticas y la astrología.
Desde muy joven, recibió una educación esmerada gracias a los tutores que su familia contrató. A los diez años, ya dominaba hebreo, griego, latín, alemán, polaco, italiano y francés. Además de su formación en artes, se adentró en el estudio de matemáticas, medicina e historia, algo inusual para una mujer de su época.
Debido a su vasta erudición y sus contribuciones posteriores a la ciencia y la cultura, fue apodada la "Palas de Silesia".
A una edad temprana, en 1623, Maria se casó con el abogado David von Gerstmann, quien murió en 1626. Posteriormente, en 1630, se unió en matrimonio al médico Elias von Löwen, un astrónomo aficionado con quien compartía la afición de observar los planetas.
Su obra más destacada, Urania propitia, no solo enriqueció el panorama científico de su tiempo, sino que también simplificó la Segunda Ley de Kepler, aportando nuevas efemérides planetarias que facilitaban el entendimiento de los cielos.
La obra fue redactada en medio de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), en el convento cisterciense de Łubnice, donde Maria y su esposo encontraron refugio debido a su fe protestante, mientras que el resto de su familia que permaneció en Silesia optó por el catolicismo. Es relevante mencionar que Urania, la figura que da nombre a su libro, es la musa de la astronomía en la mitología griega.
Cuando el matrimonio regresó a Silesia, en 1650, publicó con sus propios fondos el libro de Maria, tratado que dedicó al emperador Fernando III (1608-1657).
La Segunda Ley de Kepler que María simplificó, fue formulada en 1609, establece que el segmento que conecta un planeta con el Sol barre áreas equivalentes en intervalos de tiempo iguales. Esta ley implica que el momento angular se mantiene constante a lo largo de la órbita del planeta. En consecuencia, cuando un planeta se encuentra en su punto más alejado del Sol, conocido como afelio, su velocidad es menor en comparación con cuando está en su punto más cercano, el perihelio.
El afelio y el perihelio son los únicos puntos de la trayectoria orbital en los cuales el radio vector y la velocidad del planeta son perpendiculares. Por esta razón, en estos dos lugares específicos, el momento angular LLL se puede calcular fácilmente como el producto de la masa del planeta, su velocidad y la distancia al Sol:
L=m⋅ra⋅va=m⋅rp⋅vpL = m \cdot r_a \cdot v_a = m \cdot r_p \cdot v_pL=m⋅ra⋅va=m⋅rp⋅vp
Fuera de estos puntos, el cálculo del momento angular se complica, ya que la velocidad no es perpendicular al radio vector. En tales casos, se debe recurrir al producto vectorial para determinar el momento angular:
L=m⋅r×v\mathbf{L} = m \cdot \mathbf{r} \times \mathbf{v}L=m⋅r×v
La fama de María trascendió fronteras, siendo conocida como la "Palas de Silesia" y comparada con Hipatia de Alejandría por el respetado J.B. Delambre, quien vio en sus contribuciones un eco de la brillantez cultural de épocas pasadas.
Nacida en Silesia, en la actual Polonia, María fue la última descendiente de Heinrich Cunitz, un médico de Schweidnitz (Świdnica), y de Maria Scholtz, hija del científico alemán Anton Scholtz. Desde pequeña, fue educada por diversos tutores, donde se empapó de conocimientos en matemáticas, medicina, historia y arte. Su brillantez no conocía límites; hablaba con fluidez hebreo, griego, latín, alemán, polaco, italiano y francés.
Su vida amorosa estuvo marcada por la tragedia. En 1623, se casó con el abogado David von Gerstmann, quien falleció solo tres años después. En 1630, encontró en el médico y astrónomo Elias von Löwen, uno de sus antiguos tutores, un compañero que la alentó a profundizar en el estudio de la astronomía. Juntos tuvieron tres hijos: Elias Theodor, Anton Heinrich y Franz Ludwig. Durante la Guerra de los Treinta Años, el matrimonio se refugió en un convento cisterniense en Ołobok, cerca de Kalisz. Al finalizar el conflicto, regresaron a su hogar en Pitschen.
El año 1650 marcó un hito en su vida con la publicación de Urania propitia, un proyecto que financió con sus propios medios y que dedicó al emperador Fernando III. Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada: el 25 de mayo de 1656, un devastador incendio arrasó Pirschen, destruyendo su hogar y, con él, sus instrumentos astronómicos, libros y valiosos archivos de observación. La vida de María estuvo marcada por la pérdida, ya que enviudó nuevamente en 1661 y falleció en Byczyna en 1664.
La publicación de Urania propitia en 1650 le valió a María un reconocimiento notable en la Europa científica de su tiempo. Su esposo, Elias von Löwen, escribió un prefacio para desmentir cualquier rumor sobre la autoría de la obra y manifestar su apoyo incondicional a su esposa. Este libro, redactado en latín y alemán, facilitó su difusión y ofrecía cálculos simplificados de las Tablas rudolfinas de Johannes Kepler, corrigiendo errores matemáticos que habían quedado en las mismas.
Las Tablas rudolfinas o rodolfinas son una publicación de Johannes Kepler de 1627, un catálogo estelar y unas tablas planetarias, que crea usando los datos que recabara en sus observaciones Tycho Brahe. Kepler las llamó Rudolfinas por el emperador Rodolfo II, mecena de ambos.
Además, María presentó una solución elegante al Problema de Kepler, que permitía determinar la posición de un planeta en su órbita en función del tiempo, una hazaña que cimentó su legado en el desarrollo del lenguaje científico alemán.
El impacto de Urania fue inmediato y se extendió por todo el continente, facilitando correspondencias con prominentes astrónomos de la época, como Johannes Hevelius e Ismaël Bullialdus. Para 2016, solo quedaban nueve copias físicas del libro original, custodiadas en instituciones como el Observatorio de París, la Universidad de la Florida y la Universidad de Indiana en Bloomington.
En 1656, un devastador incendio consumió la vivienda de Maria y Elias, llevándose consigo todo lo que habían acumulado: los documentos científicos, los registros de sus observaciones, la correspondencia con otros astrónomos, así como los instrumentos y productos químicos que utilizaban para sus investigaciones médicas. A raíz de esta tragedia, sus recursos económicos se redujeron drásticamente. Elias falleció en 1661, y Maria seguiría tres años después.
En homenaje a su inigualable legado, el cráter Cunitz en Venus y el asteroide (12624) Mariacunitia fueron nombrados en su honor, asegurando que el nombre de María Cunitz brille por siempre en la historia de la ciencia y la astronomía.
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