Está claro que estos días pintan bastos. No por culpa de la economía, de la política o de la meteorología. Se trata de cómo podemos comprobar que la humanidad está con ganas de gresca por todo y por nada. Los nervios están de punta. Para colmo los americanos afilan sus garras “trampeando”. Desde luego no faltan motivos para ello. Centrándonos en nuestra querida España, sintiendo como nos toca tan de cerca la tragedia, que nos hace comprender lo poco que somos y como nuestra existencia pende de un hilo. Creo que sería un ejercicio interesante poder adentrarse en la vida de esos ciudadanos levantinos, manchegos y andaluces, para recordar que hacían media hora antes de que estallara el caos. ¿En qué estarían pensando? ¿Cuáles serían sus aspiraciones? Una hora después su única aspiración era salvar sus vidas y las de sus familiares. Nos tiramos toda la vida pendientes del dinero, del poder o del prestigio. De los amores y desamores. De las filias y fobias. Repentinamente surge lo inesperado y toda esa parafernalia pasa a segundo, tercer y casi último plano. En un momento llegan a nuestras mentes las cosas que hemos debido hacer y no hemos hecho, así como los errores que hemos cometido y en los que jamás debíamos haber caído. La buena noticia de hoy se basa en que estamos vivitos y coleando. Que hoy podemos comenzar a intuir la búsqueda del camino que nos dirige a la felicidad. Los acontecimientos negativos proyectan luz sobre nuestras vidas y nos impulsan a mejorarlas. Me entusiasma la labor de los voluntarios que se han puesto a la tarea sin esperar a que los que mandan les digan como hacerlo. “Si quieres retardar un trabajo… nombra una comisión”. Solo hace falta un poco de organización y mucho de voluntad. En este río revuelto han aparecido los “salvadores de la patria”, enfundados en consignas, banderías, pasamontañas, mala leche y deseos de “formarla”. Ayer me dio rabia ver como una manifestación justa y pacífica acabó, como siempre, con algaradas organizadas por los de siempre. La mayoría silenciosa a tragar. ¿Democracia? Concluyo con lo que me parece más positivo de esta situación. El dolor nos ha ayudado a pararnos y pensar. Aprovechemos. Ahora que aun podemos.
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