La cultura siempre aporta respuestas. Ante los resultados de las elecciones norteamericanas viene muy bien “Parábola china”. Este cuento de Herman Hesse narra la historia de Chung Lang, un anciano sabio al que se le escapa su mejor caballo. Cuando los vecinos vienen a expresarle sus condolencias, él responde con un “quién sabe si eso ha sido una desgracia”. Al poco tiempo, el caballo regresa con una manada de magníficos ejemplares. Los vecinos suben esta vez para felicitarlo por su buena suerte y el sabio se limita a responder con un “quién sabe si eso ha sido un hecho afortunado”. Unos días después, el hijo de Chung Lang, domando uno de los caballos, se cae, se rompe una pierna y… A partir de aquí, la estructura del relato se repite, produciéndose una serie de hechos aparentemente positivos o negativos y, cada vez que los vecinos le dan la enhorabuena o el pésame, él se acoge a su mantra: “quién sabe si eso es bueno o quién sabe si eso es malo”, señalando que nadie conoce el devenir de los acontecimientos, que en la vida las consecuencias de los actos son imprevisibles y que todos ellos van ocupando lentamente su sitio en el universo hasta que, tarde o temprano, se revela su razón de ser.
Hace ocho años, por estas mismas fechas, y tras reunir todos los requisitos necesarios para ello, mi mujer y yo nos disponíamos a solicitar sendos puestos de trabajo como profesores de español en el estado norteamericano de Delaware. Dadas nuestras características, que se ajustaban perfectamente al perfil solicitado: matrimonio, hijos, filólogos con años de servicio..., teníamos muchas opciones de ser los elegidos. La idea era estar tres años allí y vivir en familia todo lo que pudiera ofrecer una experiencia de este tipo. Según se fue confirmando la victoria de Donald Trump, comprendimos que no nos apetecía vivir en un país que había elegido ser gobernado por dicho señor. Así que, con todo nuestro pesar, renunciamos a ello, lamentando nuestra mala suerte y maldiciendo a todos aquellos que habían malogrado nuestro plan. Al comentarlo con un amigo, este nos habló de que estaba activo el concurso de traslados nacional como profesor de enseñanza secundaria. Y ahí la vida –el hilo que conecta un camino que se cierra con otro que se vislumbra– reapareció y aprovechó nuestras ganas de irnos de Madrid para, con esta información, rellenar en el último momento esa instancia y solicitar Santander. Finalmente, el traslado fue efectivo y nos fuimos a vivir allí, ciudad en la que nos hemos integrado, relacionándonos con un nuevo entorno, modificando y siendo modificados por la gente con la que hemos interactuado desde entonces, algo que no habría sucedido de no ser por el resultado de las elecciones norteamericanas.
Podríamos afirmar pues que “cuando un granjero de Wisconsin emite un voto republicano, un ecijano imparte clase en Santander”, siendo esta una personalísima paráfrasis del conocido como efecto mariposa, que fue fijado por el matemático Edward Lorentz con la imagen del batir de alas de uno de estos lepidópteros en una parte del mundo y el tornado que provocaba en otro rincón del planeta, algo que le servía para reflejar aspectos de la teoría del Caos, según la cual todos estamos conectados de alguna manera y que este sinfín de sucesos, sin relación aparente, que acaecen a diario pueden llegar a tener consecuencias insospechadas en el devenir de la historia, la propia y, por ende, la de los demás.
Desconocemos qué sucederá después de algo y hacia dónde dirigirán sus pasos las personas con las que nos cruzamos ni la relevancia final que esto adquirirá, pero sí que tenemos que ser capaces de comprender que la vida es diacrónica y no sincrónica, que no puedo detenerme en un momento concreto porque de él derivarán acontecimientos inimaginables que comenzaron con el estallido del Big Bang y que avanzan constantes y entrelazados hasta la actualidad, que siempre se queda obsoleta.
Hay que tener paciencia ante lo que sucede, ya sea la ruptura de una pareja, el acierto en la lotería o el regreso al poder de Donald Trump, y, como el sabio del cuento de Herman Hesse, interiorizar un “quién sabe si eso ha sido un hecho desafortunado” y esperar, leyendo otros cuentos, por ejemplo. Sin duda, la cultura siempre aporta respuestas.
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