Chimamanda Ngozi Adichie es una de las voces más influyentes en el feminismo contemporáneo, y en su discurso "We Should All Be Feminists" explora la importancia de comprender el feminismo y el género en nuestra sociedad actual.
Desde joven, Adichie se enfrentó a ideas preconcebidas sobre el feminismo. Su amigo Okuloma fue el primero en llamarla feminista, aunque con un tono peyorativo, como si se tratara de un insulto. Más tarde, en Nigeria, un periodista le advirtió que el feminismo era incompatible con su cultura africana, reforzando la idea de que ser feminista significaba ir contra los valores tradicionales. A pesar de ello, Adichie decidió llamarse a sí misma “una feminista africana feliz” y continuó defendiendo los derechos de las mujeres en una sociedad dominada por hombres.
La autora recuerda anécdotas sobre las expectativas de género en Nigeria, como el caso de una escuela primaria en la que se eligió a un niño para ser monitor de clase simplemente por ser hombre, a pesar de que ella había obtenido mejores calificaciones. Este tipo de experiencias, aunque cotidianas, le hicieron reflexionar sobre cómo la sociedad valora a los hombres más que a las mujeres.
Adichie también se refiere a cómo la crianza y la cultura socializan a los niños y niñas para cumplir con roles de género que perpetúan las desigualdades. A los niños se les enseña a ser fuertes y a reprimir sus emociones, mientras que las niñas aprenden a moldearse y a no ser "demasiado" en ningún sentido, para no intimidar a los hombres. Esta socialización crea hombres con egos frágiles y mujeres que se sienten culpables de su éxito o que sienten la necesidad de sacrificar sus sueños para “preservar la paz” en sus relaciones.
Además, Adichie denuncia cómo, en la sociedad, el matrimonio se enseña como un objetivo prioritario solo para las mujeres, y cuestiona por qué las mujeres deben reducir sus expectativas para no amenazar la masculinidad de sus parejas. Adichie sugiere que, si criáramos a los niños y niñas de forma igualitaria, la presión de cumplir con roles de género específicos desaparecería con el tiempo, creando así una sociedad más justa y libre.
En una declaración final, Adichie reivindica su identidad como feminista, definiendo a un feminista como una persona que reconoce que existe un problema con el género tal y como se entiende hoy y que cree en la necesidad de cambiarlo. Concluye que todos deberíamos ser feministas, sin importar nuestro género o cultura, y destaca que el cambio es posible si revisamos nuestras ideas sobre lo que significa ser hombre o mujer.
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