Con las conclusiones y la aplicación del Sínodo, se trata de hacer presente y vivo el Evangelio con todo su atractivo, un objetivo que, no obstante, nunca se podrá dar por cumplido con la simple publicación de un documento. En repetidas ocasiones ha advertido el Papa de que resulta estéril reducir la cuestión a un mero debate sobre estructuras, a la vez que pedía evitar afrontar el Sínodo como una lucha de poder entre facciones deseosas de hacer avanzar su agenda ideológica. Resulta significativo que Francisco haya elegido los mismos días para la publicación de su cuarta encíclica, “Dilexit nos”, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. La renovación por la que aboga el Papa es justo eso: una vuelta a lo esencial de la fe, a la relación personal con un Dios que se ha hecho carne para mostrar su “cercanía, compasión y ternura”, que nos reúne en el cuerpo de la Iglesia y nos lanza al mundo para dar a conocer su amor a todos, generando así una fraternidad que incide en la historia.
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