La campaña climática-sanitaria, que ya se difunde en los medios y en la universidad, arranca señalando a personas públicas negacionistas del cambio climático.
“Nos vamos a enfrentar tarde o temprano con alguna forma de negacionismo climático. Tenemos que estar preparados y ser muy proactivos a la hora de argumentar en contra del negacionismo climático. A los negacionistas por ignorancia; a los negacionistas patológicos, que niegan la realidad por sistema; a los negacionistas por interés, que son los más; a los retardistas, que, aunque reconocen, posponen a otro plano de importancia, lo cual es otra forma de negar”, alecciona el científico del CSIC Fernando Valladares a un grupo de alumnos suyos.
“Negacionista” es quien niega la evidencia del cambio climático, no quien discrepa sobre unas causas debatibles y, a la vez, no debatidas.
Científicos climatólogos y personas estudiosas de los ciclos naturales de temperatura de un planeta hoy deficitario en CO2 discrepan de la versión oficial, que afirma que las causas del calentamiento global son debidas a la acción humana y al CO2. Todos negamos algo. Llamar “negacionistas” o “conspiracionistas” a estos segundos es incívico.
Creer que actores invisibles (virus, CO2...) son causantes de los males que nos aquejan exige un acto de fe parcialmente asumible para una sociedad con memoria viva. Atribuido al CO2, el día 27 leíamos en Diario Vasco: “Respirar aire contaminado aumenta el riesgo de padecer Covid persistente”. Será o no será... pero falta el debate.
|