Sería hermoso, dijo el Papa el domingo día 27 de octubre, si el Sínodo nos impulsara a ser comunidad de discípulos que, oyendo al Señor que pasa, percibe la conmoción de la salvación, se deja despertar por la fuerza del Evangelio y recoge el grito de todos, incluidos los alejados o los indiferentes, o aquellos cuyo grito es silencioso, tienen la voz quebrada o no tienen voz, porque no se les quiere escuchar o porque ya se han resignado y necesitan, como el que más, que alguien les acompañe en ese grito y les muestre el camino de la alegría del Evangelio.
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