Ante la vulgaridad de la publicidad, Chesterton exclamo: “Qué pena que sepamos leer”. Quizás, también pensaba en la propaganda.
El pasado noviembre, 230 miembros de la industria de los medios de comunicación británicos, entre ellos 101 de la BBC, firmaban un escrito en el que criticaban a esta corporación por no realizar "un periodismo consistentemente justo y preciso basado en evidencias en su cobertura de Gaza". Destacamos que la BBC es una institución pública, lo que aumenta sus obligaciones informativas y éticas con el público.
¿Estamos, quizás, ante el intento de ocultar el drama palestino? ¿Los censores de la BBC terminarán convenciendo de que sus periodistas díscolos exageran o mienten? ¿Desaparecerán las pruebas del drama, puesto que gran parte de la prensa oficializada sigue el mismo patrón, limitándose de vez en cuando a una postura testimonial? ¿El informe de Amnistía Internacional (diciembre 2024) declarando que en Gaza se está cometiendo un genocidio será finalmente cuestionado o ignorado? ¿El asunto se perderá como una aguja oxidada en el pajar de otros conflictos en marcha? No tendría nada de particular en cuanto todo ha empeorado desde 1948, fecha en la que, en vez de dos estados, Palestina comenzó a encoger y morir. Pero ahí teníamos a los narcotizantes Madrides, Oslos y Abrahames. Deberíamos reflexionar sobre la moralidad de esa diplomacia internacional.
Por otra parte, ¿quedará la impresión de que con la denuncia contra los censores de la BBC se ha restituido la normalidad informativa? La realidad es que sabemos que en Gaza pasan cosas muy malas, pero no qué cosas; además, carecemos de imágenes que lo demuestren y que sensibilicen a la opinión pública. En el mundo de la manipulación eso de que una imagen vale más que mil palabras vale cuando las mil palabras son más explícitas que la imagen. En lo que respecta a las palabras, estas han quedado curiosamente paralizadas. El contador de muertos en Gaza hace mucho tiempo que se detuvo en 45 mil víctimas cuando hay fuentes internacionales que aseguran que se han sobrepasado las cien mil.
Por otro lado queda la parte analítica, la de situar a Palestina en una zona en la que se entrecruzan las rutas comerciales y energéticas que van de norte a sur y de este a oeste. Igualmente se han olvidado antecedentes como las “guerras contra el terrorismo”, que no acabaron con él, sino con las naciones que en la mayoría de los casos eran sus víctimas y lo combatían. Toda una serie de naciones marcadas por la fatalidad de tener riquezas y posiciones estratégicas: Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Siria, Somalia…, veremos Irán. Más allá el “pivote hacia Asia” que incluyó a Pakistán, sometido durante años a una guerra por drones y a diversos golpes de estado. Tampoco debemos olvidar a Sudán, dividido en dos para descargarle de la pesada carga del petróleo.
Una niebla antigua
Esta niebla sobre las causas no es nueva. En 1962 se desarrolló lo que llamaron la crisis de los misiles. Kennedy, con aparente razón, no quería en Cuba una amenaza nuclear próxima. Decimos aparente porque no se informó de todo. Como siempre, al público se le hurtó la causa, como si los hechos fueran asunto de la maldad ajena o de la fatalidad. Sin embargo, la causa del efecto, Cuba, se llamaba Turquía. Allí había otros misiles que bajo la misma lógica amenazaban las fronteras de la URSS. Se supo años después. Tan era así que el problema se resolvió gracias a una solución bilateral, es decir, retirando los misiles de ambas fronteras.
Hoy no se quiere razonar con la misma equidistancia, y la mayoría de la prensa prefiere ignorar que su función más importante es la de alimentar la paz, no la guerra. Con espadas, en algunos casos melladas, se quieren soluciones sin concesiones. ¿Qué se consiguió incumpliendo la promesa de James Baker --Secretario de Estado de Bush padre-- y otros mandatarios (Genscher, Kohl, Gates, Mitterrand, Thatcher, Hurd, Major, Woerner) a Gorvachov de que la OTAN no avanzaría “ni una pulgada hacia el este”? ¿El resultado ha sido más seguridad para Occidente, especialmente para Europa? Ridículamente, se ha convertido en voceros de la política exterior de EEUU a cinco países que carecen del peso específico necesario para poder tener criterios independientes: Holanda (Secretaría General de la OTAN), Polonia y los tres Bálticos (Estonia, secretaría de exteriores de la UE); aparte de unos políticos seleccionados por su vocación guerrera (no añadiremos, y por su insensatez; ¿los veríamos en el frente?). La cuestión es que el invento de Bush hijo ha tenido sus efectos, Recuérdese su diseño consistente en dos Europas: la vieja (la más occidental, fuerte e independiente) y la nueva (la más oriental, débil y dependiente). Pues bien, la más débil se ha impuesto a la más fuerte, y además colabora eficazmente en su debilitamiento. ¿Hay sensatez en esto?
Más efectos sin causas explicadas
La guerra de Ucrania (2022), por ejemplo, informativamente ha sido desconectada de todos sus antecedentes, es decir, de la guerra en el Donbás (operación ATO, 2014); de la separación de Crimea como reacción a ella (mismo año); del golpe Euromaidan (2013), promovido por EEUU según Victoria Nuland, miembro del gobierno Obama y artífice del invento (5.000 millones de dólares reconocidos); incorporación de Ucrania al Consejo de Cooperación del Atlántico Norte tras o Consejo de Asociación Euroatlántico (1992); incumplimiento del ya referido acuerdo de no avanzar hacia el Este, esto a cambio de la unificación alemana (1990) y, entre más cosas, la ruptura de los acuerdos suscritos en la Conferencia de Helsinki (CSCE, 1975). Frente a esta cadena de hechos cabe preguntarse si esta política ha beneficiado a Europa y si ha ido acompañado de un proceso informativo. Todo lo antedicho se puede encontrar fácilmente en internet.
Pivote hacia Asiá 2.0
Ahora es China la que se altera y remueve. Frente al proyecto antes de Biden y ahora de Trump (Pivote 2.0), el país asiático asegura que no tolerará el acercamiento de la OTAN al Asia - Pacífico. ¿Esto también es bueno para Europa, segundo cliente de China? Para sus dirigentes parece que sí. Para sus ciudadanos, seguro que no, en cuanto la debilitada UE no se conforma ya con un sólo frente en el próximo Este, sino que desea que se amplíe al lejano Este (que al final terminará consolidando un bloque CEI- OTSC- OCS-con posibles repercusiones sobre los BRICS+), con el posible aislamiento, como mínimo comercial, de Europa. Recuérdese la reciente, ridícula y amenazante visita de la ministra de exteriores alemana a China. ¿Bastará el 3 por ciento del gasto militar o habrá que duplicarlo? Quiera la Creación que no haya marcianos y que el gasto militar no suba al 9 por ciento para poder declararles la guerra.
El recientemente fallecido Jimmy Carter, expresidente de EEUU, del partido demócrata, Premio Nobel de la Paz, reconoció en una entrevista (2018) que China desde 1979 no había tenido una sola guerra (a él hay que reconocerle el mismo mérito). ¿Se quiere que esta tendencia se rompa? Comenzar el juego de los derechos humanos, los cuales no se exigen a aliados peores ni se aplican en Palestina, todo para negarle derechos territoriales reconocidos internacionalmente, significaría acercar más la antorcha al polvorín. Más si se complementa con el rearme de Taiwán, Japón y Corea del Sur. Es evidente que la geopolítica no es geoética, si es que algo así existe.
Ante tal panorama, para muchos lo pertinente sería abandonar el caótico itinerario de guerras iniciado en un segundo tramo por Clinton y continuado por Bush y la saga Obama-Nuland-Biden. La cuestión es que sus hábiles políticas están arrinconando a Occidente y promoviendo un bloque Sur – Este cuya posibilidad preocupaba incluso al propio Brzezinsky, halcón pero inteligente.
Y como nada de esto es inconexo, volvamos a Israel y preguntémonos cuál puede ser el precio de construir un Gran Israel. ¿Un gran Israel y un Gran Marruecos para que el Mare Nostrum deje de ser nuestro?
Sanear el mundo de las ideas
La carta de los 230 es una oportuna llamada de atención para sanear el mundo de las ideas, tanto en el ámbito de la Historia como en el de la información diaria (este más importante en cuanto disfruta de muchos más lectores). El primer y necesario paso es que se recupere el respeto hacia los ciudadanos. Por ejemplo, no se pueden publicar titulares como el que anuncia los planes de China para invadir Rusia. (https://www.huffingtonpost.es/global/china-traiciona-putin-prepara-invasion-rusia.html?int=bloque_ult_art ).
Ante tal panorama, la única conclusión que cabe es que hay que darle la vuelta a parte de ese mundo informativo para que se apoye sobre los pies y razone con la cabeza. No resulta difícil encontrar contenidos que anteponen los efectos a las causas, de forma que se convierten en un amaño que insulta a la lógica y a la concatenación de los hechos. Encima, ese mundo, con menosprecio de los demás, se autoproclama como el de calidad.
Se nos ha desposeído de nuestras cosas materiales e inmateriales y se juega alegremente con ellas. Basta con recordar el número de gobernantes europeos que han caído (incluso a los 43 días de mandato) sin que las políticas de sus sucesores hayan cambiado. Esto sólo puede significar que para ellos la opinión pública no cuenta; sólo interesan nuestros escasos medios económicos y derechos sociales para que sufraguemos sus aventuras y lo que demostradamente no queremos. Sin embargo, los que decimos todo esto somos los enemigos de Europa, mientras los que como mínimo han estancado su desarrollo, son sus amigos. Divídeme y me vencerás, sí.
Otro de los efectos sumidos en la niebla es el de la llamada emigración. ¿No es en parte producto de la destrucción de países prósperos y que ahora se denominan como “fallidos”? ¿Podría Europa soportar el peso de nuevas oleadas de refugiados políticos, que ese es su nombre? ¿El problema se resolverá luego con más racismo y xenofobia?
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