| ||||||||||||||||||||||
El pasado nueve de enero falleció en Bogotá Manuel Elkin Patarroyo. La noticia me saltó esa misma tarde y cuando llegó la hora de los noticiarios, encendí la televisión con la seguridad de que darían cuenta del suceso y así poder conocer más detalle del luctuoso acontecimiento. Para mi sorpresa, ni ese día ni en los siguientes se dio cuenta alguna del hecho; tan solo, si acaso, algún breve apunte en los diarios digitales.
Europa (la UE) es una de las partes del mundo que más agudamente está sufriendo una crisis que ha contribuido a consolidar y de la cual está siendo más victima que beneficiaria. Posiblemente la culpa la haya tenido una parte importante de la prensa oficialista, que no ha querido o podido alertar sobre lo peligroso que es anteponer los intereses de otra nación (error letal) a los propios.
El pasado noviembre, 230 miembros de la industria de los medios de comunicación británicos, entre ellos 101 de la BBC, firmaban un escrito en el que criticaban a esta corporación por no realizar "un periodismo consistentemente justo y preciso basado en evidencias en su cobertura de Gaza". Destacamos que la BBC es una institución pública, lo que aumenta sus obligaciones informativas y éticas con el público.
Son muchos los periodistas que se creen los divinos de las gramáticas, leyes y técnica oratoria para dictaminar causa, justicia y verdad. Desgraciadamente para ellos, sus “imberbes neuronas” no son aún capaces de alcanzar a ver la realidad.
Para comprender cabalmente el sentido del título del presente ensayo, es preciso remontarnos al año 1985, cuando el escritor y científico Isaac Asimov alertaba sobre un fenómeno alarmante que ya se venía gestando en la sociedad, particularmente en occidente: el culto a la ignorancia.
El liderazgo de las políticas nacionales de comunicación debe superar las nuevas asimetrías informativas que desde hace ya un tiempo han implantado “dictatorialmente” las nuevas tecnologías perjudicando al periodismo informativo de siempre. Este periodismo de antes es lógico que se revele en según qué ámbitos y ramas.
Este geoportal, gratuito y en abierto, integra más de 70 mapas procedentes de fuentes clave como la Generalitat de Valencia, la Confederación Hidrográfica del Júcar, el Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables del Ministerio de Transición Ecológica, el Instituto Geográfico Nacional, la Universidad Valenciana y el programa Copernicus de la Unión Europea y la NASA.
Para mí es de interés público contar con contenidos legibles que sean una contribución a la cultura, la información, el debate y el entretenimiento entre todos los españoles. No creo que la respuesta en este siglo digital sea el canal de televisión cerrado, es decir, el de pago. Es bien cierto que prácticamente todos los hogares cuentan con al menos un televisor, pero ese no es el único instrumento para ver contenidos de toda índole.
Con motivo de la catástrofe de la pasada semana, algunos “voceros” (no les puedo llamar informadores) más o menos documentados y bastante tendenciosos, no se han privado de realizar valoraciones y comentarios de todo tipo arrogándose unos conocimientos de los que carecen.
Poner las teorías al día implica hacerlo respondiendo al desafío de admitir que no existen ciencias sociales puras ni neutras, porque no son ajenas a los sistemas valorativos y a las prácticas que buscan modificar las estructuras que han condicionado pueblos atrasados, pobres y dependientes.
El Gobierno español entra en contradicciones a través de las expresiones de sus funcionarios y voceros, en este caso respecto a la modificación de la reglamentación sobre la información. Afirman los socialistas que lo que quieren llevar a cabo es recoger las inquietudes de los diputados del Congreso... ¿De todos los diputados? Por favor, eso es de risa...
No por alzar más la voz, gritar y resonar más alto se tiene más razón. La verdad no es directamente proporcional a la intensidad de los gritos. Ni se mide por los decibelios alcanzados. Abrazamos informaciones suspicaces aún a sabiendas de que lo son, del mismo modo que compramos en el top manta imitaciones de las mejores marcas a un precio ridículo.
El plan de acción por la democracia puesto en marcha por el Gobierno español me parece innecesario, por múltiples razones. Entre ellas está la posibilidad de que se limite la independencia y libertad de los medios de comunicación, que no son afines a las líneas interpretativas del poder ejecutivo. Que se reforme o derogue la denominada ley mordaza me parece bien. Otra cuestión diferente es que se intente ampliar y mejorar la información gubernamental.
El secreto sobre todo tipo de actuaciones tributarias, iniciadas por la AEAT a personas individuales o entidades societarias, es obligado por Ley. Si los expedientes salen a la luz estamos ante actuaciones punitivas de origen en funcionarios irresponsables o en ejecutivos con intereses políticos; cualquiera de las formas son punitivas.
Algunas teorías de la conspiración se muestran cercanas a la estupidez plena, mientras otras se quedan a medio camino y, las que menos, las que animan a pensar, a quien dispone de capacidad para ello, plantean dudas de lo que se impone como verdad oficial.
Cuando forjamos una amistad con alguien lo que hacemos es generar una confianza que no encontramos en los demás. Poder abrirnos realmente y expresar cómo nos sentimos es, a día de hoy, un privilegio. Y será a esa persona a la que le contemos de verdad las cosas que nos suceden en el día, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras rupturas o incluso, nuestros desagrados.
No es función de los Gobiernos luchar contra los bulos en un sistema democrático, ya que existen las leyes y los tribunales. Los propios ciudadanos, si poseen suficiente capacidad crítica, son capaces de discernir por sí mismos, lo que es un bulo o no. En todo caso, disponen de estrategias o procedimientos, para saber si las noticias son verdaderas o falsas o si están manipuladas o tergiversadas.
El amanecer del siglo XXI marcó el inicio de la era de la información, una época definida por el acceso instantáneo y casi ilimitado a datos de todo el mundo gracias a internet. Esta revolución digital ha transformado radicalmente el modo en que consumimos noticias, pasando de los métodos tradicionales, como periódicos y televisión, a plataformas digitales que ofrecen contenido diversificado y en tiempo real.
Los medios de comunicación informan, forman y entretienen; eso ya se sabe, pero a veces trascienden estas funciones y llegan a informar desde puntos de vista menos aceptables, por ejemplo dejan que formemos una opinión específica con sus palabras.
Recuerdo cuando comencé a estudiar periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Allá por el ecuador de los años 80. En pleno auge de la democracia española y de la movida madrileña. La primera vez que accedí a esa Facultad de Periodismo observé que, aunque fuera un bulo, tenía pinta de haber sido construida para ser una cárcel de mujeres. En la fachada, una pintada decía con sorna y maledicencia «si no hay noticia, se inventa».
|