La historia de España nos ha dejado, no sólo el esplendor relatado en los libros, sino un buen y florido ramillete de expresiones, frases hechas y refranes cuyo significado en muchas ocasiones se desconoce o cuyo uso se ha perdido ya para siempre.
A “poner una pica en Flandes” o “esto va a ser bicoca”, claros recordatorios de las guerras sostenidas por España en Europa, hay que sumar expresiones religiosas como “apaga y vámonos” o “irse el santo al cielo”. No obstante, no son las únicas. Hay muchas expresiones más que nos recuerdan el pasado.
Aunque en esta selección todas significan que realizar una empresa requiere tiempo, que apresurarse no sirve absolutamente de nada, todas está relacionadas con uno de los grandes episodios de nuestra historia, el que nos definió como país en un primer momento: la Reconquista.
No se ganó Zamora en una hora
Pues no. La ciudad de Zamora no cayó en una hora. De hecho, llevó mucho más tiempo. Todo comienza con la muerte y el testamento de Fernando I, quien lega Zamora a su hija Urraca; Toro, a Elvira; León, a Alfonso VI; Galicia, a Garcés; y Castilla es legada a Sancho II, quien rechaza el testamento y pone rápidamente sus ansias en conquistar para sí los diferentes reinos.
Así, tras la anexión de Galicia y León a la Corona de Castilla y el exilio a Toledo de Alfonso VI, el rey Sancho se dispone a cercar la ciudad de Zamora en el año 1072, donde resulta asesinado por Bellido Dolfos antes de que la ciudad se rinda tras un asedio de más de siete meses. Tras la muerte de Sancho II, su hermano Alfonso retorna a Burgos desde Toledo para heredar el reino tras haber realizado el famoso juramento de no haber tomado parte en el crimen. El hecho, con referencias literarias, dio lugar a uno de los refranes más antiguos del español.
No se ganó Toledo en un credo
Efectivamente, la toma de Toledo tampoco fue tan breve, no. Pero sí menos dolorosa gracias a una política de pactos entre el exiliado rey Alfonso VI y Al-Qádir, rey de la taifa toledana. La idea era que, ante el evidente debilitamiento de las taifas fronterizas, especialmente la de Toledo, el rey musulmán tomara posesión de la taifa de Valencia con apoyo de Alfonso VI a cambio de cederle a este la joya de la corona de la Reconquista.
Se dice que el pacto incluía que el rey cristiano debía someter por la fuerza a la ciudad para evitar la violencia almorávide por cesión de la ciudad más importante de la península. Así fue como, tras un largo y duro asedio, en el año 1085 Alfonso VI entró triunfante en la ciudad y aseguró la paz en los reinos del norte.
Tras la capitulación de Toledo, las taifas del sur buscaron apoyo en las fuerzas fundamentalistas almorávides, que llegaron a Al-Ándalus provocando una nueva oleada de violencia que retrasaría la Reconquista y haría huir a miles de mudéjares al norte peninsular.
No se ganó Sevilla en un día
Ni en dos. Ni tampoco en tres. Más de un año fue, de hecho, lo que tardó Fernando III en someter la capital hispalense; concretamente, desde agosto de 1247 a noviembre de 1248.
Con la caída de Córdoba (1236) y Jaén (1246), el rey Fernando III se dispuso a la toma de la capital andaluza, una de las ciudades más grandes e importantes de Al-Ándalus, y para ello comienza una campaña desde diversos puntos contra las ciudades de la ribera norte del Guadalquivir, que habían caído para 1247 al mismo tiempo que las naves cristianas vencían a las musulmanas en San Lúcar de Barrameda y remontaban el río para reunirse con las tropas del rey en San Juan de Aznalfarache, cuya fortaleza era vital para la toma de Sevilla.
Con el corte de suministro de agua a la capital comienza el asedio de más de un año, y que terminó con la entrega de las llaves al rey cristiano el 23 de noviembre de 1248 y la aceptación del acuerdo de rendición: los edificios debían entregarse intactos, os habitantes debían desalojar la ciudad (en Jerez se les permitía coger un barco a África), y los habitantes podían vender sus posesiones y llevarse consigo los enseres. Sevilla ya era cristiana.
No se ganó Almería en un avemaría
La soleada ciudad de Almería fue tomada por primera vez en 1147 por el rey Alfonso VII con el apoyo de Génova, pero esta conquista sólo duró una década, de modo que en 1157 cayó de nuevo en manos musulmanas. No obstante, esta primera conquista hizo posible la reconquista final en 1489 por parte de los Reyes Católicos, que entraron en ella sin derramamiento de sangre y gracias a una política de pactos.
Cercado ya el Reino de Granada, con la caída de Málaga en 1487 y la del Levante almeriense (Vera, Mojácar, Cuevas de Almanzora) y los Vélez en 1488, y puesto que tras la primera conquista la ciudad no volvió nunca a recuperar su antiguo esplendor y población, Granada se vio forzada a prescindir de la ciudad cuando los Reyes Católicos cercaron Baza en 1489.
Así, el 24 de diciembre de 1489, atendiendo a la política de pactos anterior entre los reinos de Aragón y Castilla, la reina Isabel I de Castilla entró en Almería y dio inicio su cristianización. Poco tiempo después, Granada cerraría el proceso de la Reconquista.
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