Hace unos días anunciábamos en esta columna que las nuevas autoridades de las Naciones Unidas, garantizan un pronto finiquito al longevo y ya anacrónico conflicto en el antiguo Sahara Español, donde un extravagante grupo de falsos independentistas defienden la intangibilidad de fronteras que el colonialismo trazó en África.
A todo lo que venimos señalando, ahora podemos agregar que la alta participación en el sur durante las recientes elecciones en Marruecos, algo que ya se había dado en los comicios municipales, ratifica la legitimidad reclamada por Rabbat sobre su ancestral territorio sahariano.
La alta participación que en algunos casos como en Tarfaya, casi llegó a un ochenta por ciento, ha demostrado que los habitantes de las provincias del sur de Marruecos creen en los motivos que los llevan a votar, y también revela que tienen confianza en los tribunales electorales.de Marruecos que con tanto esfuerzo el Polisario intenta desacreditar.
Marruecos también ha demostrado que tiene no solo la intención, sino también la capacidad y autoridad moral para conducir a los pueblos del Sahara hacia la modernidad y la democracia, en tanto su contraparte solo anuncia más dictadura y otras oscuras rémoras del pasado.
Mientras la monarquía constitucional liderada por Mohammed VI fomenta la tolerancia religioso y diálogo entre civilizaciones, introduce en el desierto su democracia, alienta el pluralismo, permite participación de distintos partidos y abre posibilidades a la alternancia en el poder, su contraparte parece haberse anclado en la etapa colonial, como si en ese territorio que los españoles denominaron Sahara Occidental existiera un agujero negro de antimateria que lo exonerara del paso del tiempo.
Los números cantan: 57,21% de participación en la circunscripción de El Aaiún, 76.71% en Auserd, 75,94% en Tarfaya, 64,30% en Bojador, en Smara 62%, 49% en Tan Tan y 43,57% en Guelmim. Para dimensionar estas cifras debe considerarse que a nivel nacional el promedio apenas superó el cuarenta por ciento, como sucede en todos los países del mundo con raras excepciones.
Tanto el desarrollo de las votaciones como la campaña que precedió, de acuerdo con centenares de observadores extranjeros que monitorearon el proceso, se caracterizaron por la calma y carácter festivo en todo el territorio marroquí.
La campaña del extravagante aparato de propaganda política del Polisario, desesperado por conservar sus tajadas de la ayuda humanitaria internacional al Sahara que malversan, no tiene ya por objetivo lo que proclama, El único objetivo es prolongar el conflicto para infructuosamente intentar, como hasta ahora, dañar la imagen de Marruecos y cobrar por este servicio en las ventanillas de Argel.
Porqué el grupo separatista se opone a los avances de la democracia en el Sahara tiene una respuesta obvia. Como buenos retrógrados, piensan que la democracia echará luz sobre el problema del Sáhara, y ello nunca conviene a pescadores en río revuelto que sacan partido de la confusión.
Si en este debate no hubieran entrado a tallar los petrodólares argelinos, que son distraídos del bienestar popular para financiar desinformación y ONG corruptas, en una campaña que busca desprestigiar a Marruecos, hace tiempo el tema se hubiera declarado suficientemente debatido.
Si hoy Marruecos puede liderar la tolerancia religiosa, el pluralismo y la democracia en el Maghreb, sería absurdo exigirle mayores credenciales para liderar la solución del problema artificial creado en el Sahara Occidental. El Plan de Autonomía es la única solución viable, de acuerdo con los más importantes actores de la comunidad internacional.
El problema del Sahara, que ya hace casi tres décadas no tenía pista donde aterrizar al decir del mismo presidente argelino Boudiaf, hoy tiene muy poco margen de debate.
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