Republicano de nacimiento, acuario de 1936, mamé en pezones de “incivil guerra entre hermanos”, y pasé infancia, juventud y madurez en la dictadura franquista, siendo auténtico niño de postguerra, educado en el nacional catolicismo y cantando en el patio del “cole” el Cara al sol, el Oriamendi y Montañas Nevadas.
Ya joven, 22 años, fueron llegando a mis manos fotocopias de libros prohibidos que limpiaron de legañas mis ojos; pero claro, todo en silencio y sin ninguna algarada. Un alcalde franquista, de mote “Curro”, me hizo jurar, ante crucifijo en su despacho, en mi toma de posesión como Maestro Nacional los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional; compré un perro policía al que “bauticé” con el nombre de “Curro”, y cuando lo llamaba al grito de “Curro, sinvergüenza”, los vecinos del pueblo sabían a quién me estaba refiriendo. Era lo más que podía hacer.
Azares de la vida, imposible ahora de publicar, me llevaron a ser Diputado en las primeras elecciones democráticas celebradas en 1977 tras la muerte del dictador Franco; hicimos lo que pudimos, creo que bastante aunque no llueva gusto de todos, y entre los hechos realizados presentamos a la ciudadanía la Constitución de 1978, aprobada por la inmensa mayoría del pueblo español, y en la que se contempla los cauces pacíficos para su reforma si fuese necesario.
Nuevas fuerzas políticas de la actualidad, esencialmente “Podemos”, les ha dado por llamar a la etapa que va desde el nacimiento de la Constitución a la llegada de ellos a las instituciones “El Régimen del 78”, y como la palabra “régimen” tiene connotaciones no democráticas, un servidor abjura de los padrinos que rebautizaron la democracia, con los defectos que tenga, con esa frivolidad no exenta de demagogia.
Parece que dentro de unos días, a no ser que una ciclogénesis política lo impida, será investido Presidente de Gobierno el líder del partido más votado, PP, con la abstención de PSOE y el apoyo de Ciudadanos; los que denominan “régimen” a la democracia, denominan como “golpe de Estado” al proceso de investidura; valiente felonía la de este personal cuando yo sí viví en mis carnes y en mi espíritu el otro Golpe, el del 23-F de 1981, mientras mis dos “Rosas” vivían una trágica noche en la más amarga soledad.
Y lo que es peor, parece que preparan efectos especiales para ese día. No quiero creer que lleguen a eso estos nuevos salvadores de la patria.
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