Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Gobernantes | Ciudadanos | Negligencia | Abandono | Comportamientos sociales

​Incuria

La apatía o desidia parece extenderse desde el cuerpo político al cuerpo social como un tumor en fase avanzada
Juan Antonio Freije Gayo
viernes, 29 de noviembre de 2024, 10:54 h (CET)

Tal vez todo se reduce a que estamos viviendo tiempos de incuria, definida en el diccionario como abandono o falta de cuidado. Es decir, dejadez. Nuestro vocabulario se va simplificando, se acorta en variedad y nos faltan palabras para conceptuar lo que está ocurriendo; igual por ello no somos capaces de remediarlo.


Esa apatía o desidia parece extenderse desde el cuerpo político al cuerpo social como un tumor en fase avanzada. Y, así, por ejemplo, perdemos precisión y rigor en el pensamiento de base (solo hay que navegar un minuto por alguna de las redes sociales, o fijarse en una gran cantidad de los libros que se publican); a partir de ahí, vendría todo lo demás, o tal vez lo demás sea causa de este otro mal del raciocinio, que no lo tengo claro.


La incuria en el cuerpo político, o más bien en los políticos, podría ser secuela de la oclocracia que nos invade, que provendría, por su parte, del método utilizado para seleccionar a quienes gestionan nuestros asuntos. No me refiero al voto, sino a algo más sutil y endiablado, porque los hombres y mujeres a los que votamos o no votamos han llegado ahí por la selección natural, o lucha por la vida, dentro de sus partidos o agrupaciones electorales, lo que no garantiza el éxito de los más honestos, sino más bien de los competidores sin demasiadas barreras morales. 


En relación con ello, y ya en tiempos de la “Transición”, alguien, en una especie de tertulia universitaria, propuso que nuestros representantes se eligiesen por sorteo rotatorio, pero fue apabullado por quienes defendían la llegada a las instituciones de gentes con contenido político, esto es, delimitados a través de la partitocracia. Nunca las élites políticas, ni las de aquí ni las de allá, destacaron por la excelencia, pero no hay duda de que el nivel ha bajado exponencialmente en solo dos o tres décadas. ¿Consecuencia? La incuria o inacción, que se ha ido instalando como modo de actuación cuando surge un problema grave; acostumbrados a la pura propaganda y al postureo ideológico, así como a que las cosas vayan fluyendo por sí solas, aunque luego quienes así operan se apropien de los resultados cuando se presentan propicios, los dirigentes de la cosa pública se ven rebasados si, de pronto, hay que solucionar problemas reales. Se ponen entonces de perfil o muestran una expresión de incredulidad, como preguntándose: ¿pero es que tendríamos que hacer algo? No es nuevo; se atribuye al viejo Giulio Andreotti aquello de que “gobernar no consiste en solucionar problemas, sino en hacer callar a los que los provocan”.


Dicha incuria se extiende al resto del cuerpo social, cuya dejadez respecto a lo que pasa es creciente. Vivimos el tiempo de cada día adaptándonos a un entorno político y social de calidad menguante y vamos dejando que el declinar vaya fluyendo, tal vez por pereza o idiosincrasia, no lo sé. Pero todos somos responsables. Aquellos que rigen Estados y administraciones nos representan no solo desde el punto de vista jurídico-político o legal, sino también como expresión y reflejo nuestro, pues de entre nosotros emanan; si tienden a la incuria, e incluso a la corrupción, es porque tendemos, en general, a la incuria y la corrupción. No es que tengamos los gobernantes que merecemos, es que ellos son nosotros. Así pues, la desgana del cuerpo social empieza a estar en el origen de la del cuerpo político; quizá en un principio hubo eso que llaman retroalimentación, pero, ahora mismo, empezamos a ser culpables.


Thomas Jefferson, al igual que otros ilustrados y que otros padres de la democracia americana, desconfiaba tanto del pueblo como de sus gobernantes. Dejó escrito: “Ahí donde cada hombre tome parte en la dirección de su república de distrito, o de algunas de las de nivel superior, y sienta que es partícipe del gobierno de las cosas no solamente un día de elecciones al año, sino cada día; cuando no haya ni un hombre en el Estado que no sea un miembro de sus consejos, mayores o menores, antes se dejará arrancar el corazón del cuerpo que dejarse arrebatar el poder por un César o un Bonaparte”. 


No parece nuestro caso, ni lo preponderante en las democracias actuales. Estamos a otras cosas y dejamos la tramitación de lo público y colectivo a los especialistas o políticos. Además, no se advierte que haya hoy césares ni bonapartes; más bien, mediocres aprendices de dictador nacidos de la oclocracia gracias a la dejadez y a la incuria ya citadas.

Noticias relacionadas

El 22 de noviembre se cumplirán 50 años de la proclamación de Juan Carlos I como rey de España, cargo que ocupó hasta junio de 2014 en que abdicó cediendo la corona a su hijo Felipe VI. Durante años el ciudadano Borbón tuvo engañada la parroquia, monárquicos o no, la mayoría, rendían homenaje a este heredero de Franco.

Ricardo de Burgos Bengoetxea es un árbitro de la Primera División de fútbol masculino, conocido por sus excelentes actuaciones sobre el césped y también por la no tan excelente que protagonizó en la conferencia de prensa celebrada la víspera de la final de la Copa del Rey del presente año 2025.

«Tan sencillo como conocer cómo son los delegados sindicales en las empresas donde trabajamos, para darnos cuenta de qué pie cojean, qué persiguen y cómo miran sólo para ellos». Ni siquiera los afiliados conocen la realidad, aunque cada vez más se sabe que otros sindicatos con estructuras mucho más modernas –y con muchos menos medios-- y dirigentes infinitamente más preparados ya caminan «a años luz de los sindicatos sectarios».

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto