Hace un par de domingos, esperando a que viniera el autobús de Montañeros de Aragón de Zaragoza, el guía me dijo con mal tono que tenía que pagar la excursión de lo contrario no volvería a ir a sus excursiones. Yo le dije que la había pagado, que tenía el recibo y él insistía en que no. Así estuvimos discutiendo en público por unos eternos minutos. Después de los cuales, me ordena callar y me dice:” ¡Tienes a la gente hasta los cojones!”… Después de esto, vino el bus y todo quedó ahí. El jueves siguiente hablé de este tema con el presidente y me dijo que lo arreglásemos entre nosotros, ¿de qué sirve el buzón de las quejas?, me dije. Al lunes siguiente quise apuntarme a la excursión de Camino de Santiago y ese mismo guía me dice:” A partir de ahora el bus estará completo. Ahí tienes la puerta”. El Jueves Lardero fui al club para repartir octavillas entre los socios explicando esto mismo. Y uno de los socios me dice: "Con esto estás perjudicando al club". A lo que le contesté: “¿No será el guía el que perjudica al club cuando, delante de todos y sin motivo alguno, abochorna a un socio? Mi honor está por encima del club. Y si no sois capaces de llamarle la atención a quién me faltó al respeto, es problema vuestro”. El socio calló y se perdió entre la gente. Después pensé que estaba dispuesto a aceptar de buen grado las consecuencias de mi acto.
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