La energía de la naturaleza en movimiento ha posibilitado, junto a este cambio climático, que unas benditas lluvias nos visiten este año 2025. Creo que es una enorme y gran oportunidad para efectuar plantaciones de más arbustos y plantas autóctonas en nuestros bosques, buscando aquéllas que son especialmente resistentes al fuego, como las encinas, el roble, chaparro, alcornoque y algunas especies de pinos.
Por eso, debieran las administraciones públicas que tienen competencia en medio ambiente a nivel local y regional, fundamentalmente, coordinar una acción conjunta para repoblar y sanar nuestros bosques, algunos de ellos arrasados por recientes fuegos.
Esto no es un mero desiderátum, sino una sugerencia que se lanza al viento con la esperanza de que en cada pueblo, ciudad o barrio surjan más grupos de trabajo, ya sea de forma voluntaria o de forma oficial, con gente asalariada, para repoblar nuestros montes, collados, valles, cerros, riberas, ríos y montañas que no están dedicados a la agricultura o ganadería. Todo ello redundará en un mayor bienestar, en la calidad del aire, y mejorará nuestro paisaje, tratando en parte de paliar, corregir y prevenir el avance del desierto.
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