El lunes, 24 de Marzo de 2025, el silencio milenario de los Dólmenes de Antequera se quebró con la simulación de un seísmo de 6,1 grados en la escala de Richter. Un golpe seco, brutal, de esos que sacuden la tierra y ponen a prueba la capacidad de respuesta. En el epicentro del caos, un despliegue sin precedentes: más de 200 efectivos de emergencias, cuerpos de seguridad y especialistas en patrimonio cultural ejecutaban el que ya es, sin duda, uno de los mayores simulacros organizados en España para la protección de un yacimiento arqueológico Patrimonio de la Humanidad.

Montaje fotográfico sobre fotografías publicadas por el equipo en www.upo.es/diario/ciencia
Detrás de la operación, la Universidad Pablo de Olavide. No solo coorganizadora del evento, sino el cerebro que lidera la investigación y el análisis de este tipo de ejercicios. Con tecnología puntera y metodologías innovadoras, su equipo de expertos ha puesto a prueba la capacidad de resistencia del patrimonio cultural ante catástrofes. Porque una cosa es contar la historia y otra muy distinta es evitar que se pierda.
LOS DÓLMENES DE ANTEQUERA
Los Dólmenes de Antequera forman uno de los conjuntos megalíticos más importantes de Europa y están declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 2016. Se encuentran en Antequera (Málaga, España) y están compuestos por tres estructuras principales:
Dolmen de Menga. Construido c. 3500 a.C., es uno de los sepulcros megalíticos más monumentales de Europa. Destaca por sus grandes ortostatos (bloques de piedra verticales), con una losa de cubierta que pesa más de 150 toneladas. Su orientación es única, pues no está alineado con el sol, como la mayoría de los dólmenes, sino que se dirige hacia la Peña de los Enamorados, una montaña con forma de rostro humano acostado que pudo tener un significado sagrado.
Dolmen de Viera. Data del 3000 a.C., aproximadamente. Presenta una arquitectura más convencional, con un pasillo largo y estrecho que conduce a la cámara funeraria. Su orientación está alineada con la salida del sol en los equinoccios, lo que indica un conocimiento astronómico avanzado de sus constructores.
Tholos de El Romeral. Construido hacia el 2500 a.C. Es diferente de los anteriores, en lugar de grandes ortostatos, su estructura se compone de pequeñas piedras apiladas en seco formando una cúpula falsa o "tholos". Su orientación está alineada con el Torcal de Antequera, otro paraje natural con formaciones rocosas impresionantes, lo que sugiere una relación simbólica con el paisaje circundante.
Su importancia arqueológica estriba en que son testimonio de una cultura megalítica avanzada, que dominaba la construcción de grandes monumentos de piedra y su relación con el entorno natural. Se cree que eran tumbas colectivas, donde se realizaban rituales funerarios y de culto a los ancestros. Se han hallado restos humanos, cerámica y herramientas líticas en su interior y representan una conexión entre la arquitectura prehistórica, el paisaje y la astronomía, algo poco común en otros conjuntos megalíticos de Europa.
CUANDO TODO TIEMBLA
El guion del simulacro parecía sacado de una crónica negra, un terremoto con epicentro en el Torcal a 8 kilómetros bajo tierra, desata el pánico. En el Museo de Sitio de los Dólmenes, las alarmas rugen. Salta la alerta de incendio. Se activan los planes de autoprotección en el IES Pintor José María Fernández y la residencia de ancianos San Juan de Dios.
La maquinaria de emergencia se pone en marcha: 112, GREA, UME, Policía, Protección Civil, Cruz Roja, sanitarios, arqueólogos, restauradores. Cada pieza encaja en el engranaje de la salvaguarda del patrimonio.
La consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo, supervisa la operación. “Este ensayo no es solo una prueba, es un modelo a seguir”, afirmaba.
El alcalde de Antequera, Manuel Barón, subraya el valor de la cooperación entre instituciones. Y, mientras tanto, en el campo de batalla, los expertos de la UPO despliegan su arsenal tecnológico para registrar cada reacción, cada error, cada acierto.
TECNOLOGÍA Y PATRIMONIO: UNA ALIANZA NECESARIA
La universidad sevillana no ha acudido a este combate con las manos vacías, ni mucho menos, pues trajo consigo FENIX 4.0, un proyecto que redefine la forma en que se gestionan las crisis patrimoniales.
A través del protocolo Art-Risk 4, en colaboración con el Instituto Valenciano de Conservación, se han optimizado los flujos de información y reforzado la coordinación. Además, la herramienta NEO ha permitido monitorizar en tiempo real la ubicación de los equipos de rescate y el estado de las piezas patrimoniales.
Mientras la UME entiba el Dolmen de Viera, en el Museo los expertos del CADA y la UPO rescatan la Venus del Torcal y la Bellota de la Cueva del Toro, todo bajo la vigilancia de la Policía Nacional. No hay margen para el error.
Por otro lado, el proyecto ATLAS ha puesto su lupa sobre los factores de riesgo en el patrimonio cultural enclavado en entornos naturales. Su objetivo: entender cómo responder mejor cuando la naturaleza decide sacudir la historia.
UNA LECCIÓN PARA EL FUTURO
No se trata solo de una simulación. Es un ejercicio de memoria, de compromiso. Los alumnos del IES Galileo Galilei de Córdoba y los jóvenes del IES Pintor José María Fernández han aprendido lo que significa proteger la historia. El patrimonio no es solo piedra y hueso, es identidad. Y una identidad que no se defiende, tarde o temprano, se pierde.
La Universidad Pablo de Olavide, con su apuesta por la investigación aplicada, deja claro que el conocimiento no es solo para los libros. También sirve para salvar aquello que define a la institución.
EL VALOR DEL SIMULACRO
Los simulacros en Prevención de Riesgos Laborales (PRL) y en la protección del patrimonio tienen un valor estratégico fundamental, ya que permiten mejorar la respuesta ante emergencias, optimizar protocolos y minimizar daños tanto a las personas como a bienes culturales.
Los simulacros en PRL son esenciales para garantizar la seguridad en el entorno laboral y reducir la probabilidad de accidentes.
Mejora de la respuesta ante emergencias: Entrena a trabajadores en situaciones de riesgo realistas, reduciendo tiempos de reacción. Al mismo tiempo, proporciona una reducción de accidentes pues permite identificar errores en los procedimientos de evacuación y corregir deficiencias. Con ellos se lleva a efecto el cumplimiento normativo y así, empresas e instituciones que deben realizar simulacros para cumplir con la legislación en PRL, cumplen con este requisito. Contribuye a la concienciación y formación ya que refuerza la cultura de seguridad entre los trabajadores y la importancia de protocolos de autoprotección.
Un simulacro supone la evaluación y mejora de planes de emergencia ya que se analizan fallos en la coordinación, tiempos de respuesta y eficacia de los equipos de seguridad. Hasta el presente son conocidos los simulacros de incendios, evacuación en caso de terremotos, fugas de sustancias peligrosas o accidentes en obras. La UPO es pionera en simulacros de emergencias para la defensa del patrimonio histórico.
VALOR DE LA PREVENCIÓN Y SALVAGUARDA DEL PATRIMONIO CULTURAL
En sitios históricos y museos, los simulacros son fundamentales para proteger bienes culturales frente a desastres naturales, incendios, robos o conflictos.
Son de gran importancia y beneficios pues suponen la protección de bienes históricos reduciendo el riesgo de pérdida irreparable de patrimonio en situaciones de emergencia. Con su práctica se pone a prueba la coordinación de equipos multidisciplinares e involucra a bomberos, cuerpos de seguridad, restauradores y expertos en patrimonio.
También presente el uso de tecnología innovadora pues se emplean herramientas digitales como sensores, drones o sistemas de monitorización en tiempo real.
Por otra parte, actualiza el entrenamiento de personal y voluntarios en museos, archivos y yacimientos cuentan con planes de emergencia específicos; y mejora la resiliencia patrimonial al establecerse estrategias para actuar ante terremotos, inundaciones, incendios o vandalismo. En el simulacro en los Dólmenes de Antequera, se ensayó la respuesta ante un terremoto y el rescate de piezas arqueológicas.
CONCLUYENDO
Tanto en PRL como en la protección del patrimonio, los simulacros no solo son ejercicios preventivos solamente, sino herramientas esenciales para la seguridad y la conservación del legado histórico. La inversión en estos ejercicios mejora la capacidad de respuesta y minimiza daños, asegurando tanto la protección de vidas como la preservación de la memoria cultural.
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