Donald Trump debe hacerse cargo de que sus decisiones, hablo de los aranceles, tienen un coste también para sus conciudadanos y tiene que constatar que la propia economía estadounidense puede acabar siendo víctima de sus erráticos excesos, parece que ya se está produciendo. Europa acierta al mantener una posición firme y al defender una lealtad comercial, pero no puede permanecer inmóvil ante la intimidación arancelaria americana. Aún existe tiempo para revertir estas medidas, pero la recuperación de la cordialidad comercial no puede correr solo de una parte y Estados Unidos debe enmendar, los 90 días pueden estar en esta línea, una colección de medidas que ya suponen un riesgo para su economía. En el caso de que la tensión comercial crezca, la crisis que podría desencadenarse podría acabar impactando sobre el bienestar de millones de personas.
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