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​Semana Santa

Josefa Romo Garlito, Valladolid
Lectores
sábado, 12 de abril de 2025, 11:21 h (CET)

La Semana Santa recuerda tiempos viejos que, estos días,  revivimos; siempre, temerosos de posibles lluvias que impidan sacar las imágenes sagradas por calles y plazas.


No es baladí sacar las imágenes religiosas: la gente se agolpa en las aceras para contemplarlas, fijas, tantas miradas, en esas tallas de cristos y de vírgenes que reflejan lo vivido aquellos días dolorosos y santos en la Jerusalén del siglo primero. El Hijo de Dios hecho Hombre, la pura inocencia,  por amor a cada uno de nosotros, aceptó, a la vista de su bendita Madre, ser ajusticiado. La Misericordia que anida en el Corazón del Hijo, traspasado por la lanza, vibra en el Corazón de la Madre, el Inmaculado Corazón de María, Madre de Misericordia, que se compadece, también, de nosotros, pobres pecadores, muchas veces con la pesadumbre del dolor o de la pena. Conmueve el corazón cristiano, la contemplación de las imágenes de la Virgen Dolorosa que acompañan a las de Jesucristo; en especial,  la tarde del Viernes Santo. Unir nuestros dolores y penas a las de Jesús, en manos de María, y ofrecerlos, así, a Jesús crucificado, es fuente de paz y de salvación. Bellísimos aquellos versos del Medievo que cantan el dolor de la Virgen junto a la Cruz de su Hijo: (...) ¡Oh, cuán triste y cuán aflicta / se vio la Madre bendita, / de tantos tormentos llena! / Cuando triste contemplaba / y dolorosa miraba / del Hijo amado la pena. / Y ¿cuál hombre no llorara, /si a la Madre contemplara / de Cristo, en tanto dolor? ... (Stabat Mater).

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Un 15 de abril de 1938, las tropas del sublevado bando nacional coronaron una de las más trascendentes ofensivas de la Guerra Civil española, alcanzando las costas del Mediterráneo en Vinaroz. El territorio de la España republicana había quedado dividido en dos, luego de perder quince mil kilómetros cuadrados en poco más de un mes.

Durante este Martes Santo, la liturgia cristiana recuerda los discursos y las enseñanzas de Jesús en el templo de Jerusalén. Este día, tal como lo presenta el Evangelio según San Mateo (capítulos 23 al 25), está marcado por la controversia con los fariseos y doctores de la ley, la denuncia de la hipocresía religiosa, y la proclamación de parábolas que invitan a la vigilancia, la fidelidad y la responsabilidad en la espera del Reino.

Vivimos en una sociedad que ha conseguido establecer una paradoja que no tiene fácil solución: mientras que la población está cada vez más envejecida, los mensajes y las formas de vivir son más juveniles. Lo primero es un problema para los jóvenes, que soportarán dentro de veinte años una carga fiscal destinada a pagar las pensiones. Seremos una sociedad de abuelos cuidando abuelos.

 
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