Dicen que hay que separar el fútbol del dinero, pero, en la actualidad y desde hace bastante tiempo, quien afirma eso debe estar en un guindo. Por su parte, Vicente del Bosque, hombre educado y experto en el tema, apuntó ya hace unos años que “hay una tiranía de los grandes futbolistas”. Cabe preguntarse, si su afirmación fue verdadera, y qué parte de culpa en esa tiranía tienen los magnates de los grandes clubes, que, vanidad aparte, han montado una estructura empresarial y de intereses económicos en torno a un deporte que sigue siendo fenómeno social, pero con el camino enfilado hacia la conversión de los palcos (el del F.C. Barcelona y el del Real Madrid) en centros de negocio en los que las concesiones y el capitalismo en todo su cénit, plantaron hace tiempo ya sus dineros.
Ante ello, los generadores de ese enorme volumen de transacciones exigen contratos millonarios, se prestan a ser muñecos de uso por parte de los dirigentes y aplican para sí aquello de “dame pan y dime tonto”. Mientras, los habitantes de los graderíos a muchos de los cuales pagar una entrada les resulta gravoso, siguen cada fin de semana desgañitándose por unos colores y se entristecen cuando su equipo pierde.
|