Ya hemos visto muchas expresiones, frases hechas, máximas, sentencias y refranes con los que la lengua española advierte a sus hablantes de cómo es la vida, o nos alecciona sobre cómo debe actuarse. Aunque el español rebosa de estas expresiones, algunas caen poco a poco en desuso, y su origen, su uso, e incluso a veces su existencia, son completamente desconocidos por los hablantes.
Estas son algunas de esas expresiones cada vez menos empleadas por los hispanohablantes; aunque, no se engañe el lector, hay muchas más; tantas otras que, seguro, es imposible conocerlas todas, por lo que este viaje no ha hecho sino comenzar.
Armarse un tiberio
En la larga historia del ser humano, los tiranos han jugado un papel fundamental, ya que han supuesto en muchas ocasiones una patada hacia adelante o hacia atrás de las naciones que han gobernado hasta que una mano piadosa los quitaba de en medio. Tiberio no es el mayor de los tiranos si se los compara con otros, pero se hizo bastante célebre por su afición a la juerga, a los conflictos, y al puñal. Nació en el 42 a.C. y murió en el 7 d.C., era hijo de Claudio y, al dejar el poder, éste cayó en manos de Calígula.
Aunque el origen exacto de la expresión no está determinado, sí hace referencia a él; ahora bien, mientras algunos autores sostienen que proviene de los fastuosos festines, con la consecuente juerga y alborozo, que Tiberio ofrecía a sus comensales, otros mantienen que proviene de los ríos de sangre que corrían después. En cualquier caso, siempre que hay follón o jaleo, podemos decir que “se arma un tiberio”.
Ahí me las den todas
Sin duda, una de las historias más graciosas que pululan por nuestro país, ya de por sí rico en leyendas y situaciones cómicas. De acuerdo con la historia, un alguacil fue enviado a cobrar unos impuestos o unas multas por orden de un juez, pero al llegar al pueblo se encontró con que los aldeanos no estaban muy dispuestos a colaborar, y despacharon al funcionario con un par de guantazos de lado a lado de la cara. Cuando el alguacil fue a ver de vuelta al juez, le explicó lo ocurrido e insistió en que, al abofetearlo, las bofetadas se las daban realmente al juez, que exclamó entre sorprendido y alegre que así se las podían dar todas.
¿Un mero chiste? ¿Una situación real? No está claro, pero lo que sí está claro es que esta expresión se emplea para referirnos a una situación que, aunque mala, no es del todo perjudicial, por lo que es soportable.
Al freír será el reír
Aunque existen, como casi siempre, diferentes versiones acerca del origen de la expresión, todas vuelven a coincidir en mayor o menor medida. De acuerdo con la leyenda, había en Madrid un calderero bastante pendenciero al que un tramposo trató de engañar pagando con una moneda falsa una sartén rota. Ni el calderero vio la trampa, ni se percató de la misma el tramposo; pero el primero dijo “al freír será el reír” al ver salir de la tienda tan contento al segundo, que replicaba en voz baja con un “al contar será el llorar”.
Otra versión dice que un carbonero vendió una será de carbón a una mujer que le preguntó por la calidad del mismo. “Al freír lo veréis”, dijo el carbonero, a sabiendas de que no era un buen producto. Sea como sea, la expresión, que hoy está casi en desuso, se emplea para sancionar la poca prudencia o el cumplimiento de un hecho adverso.
Ahí aprieta el zapato
De significado bastante obvio, sobre su origen existen algunas dudas, aunque todas las teorías son prácticamente idénticas: de acuerdo con algunas, el origen se encuentra en un cuento popular según el cual un sacerdote trató de disuadir a un zapatero de que abandonara a su esposa al intentar hacerle ver que era hermosa, buena, inteligente, y dotada de todos los dones posibles. El buen zapatero mostró sus hermosos zapatos al sacerdote, que éste alabó sin mesura hasta que su dueño dijo “pues yo sé dónde me aprieta”.
De acuerdo con otra, la historia se da en un país oriental entre un importante personaje dueño de un harén y un sabio. En cualquier caso, la expresión se emplea para indicar que “quien la lleva, la entiende”; es decir, que sólo conoce la situación real quien la vive. Todo lo demás, no son más que opiniones sesgadas y, muchas veces, infundadas.
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