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Etiquetas | Donald Trump | México | Derechos Humanos

El muro de Trump

La justicia ha puesto límites a la política migratoria del presidente
José Manuel López García
sábado, 4 de marzo de 2017, 11:41 h (CET)
Algo que es completamente lógico. En política no todo vale. El muro que pretende construir en la frontera con México, a mi juicio, aumenta los problemas. Sería mejor, sin duda, que no se construyera por razones de humanidad y también por respeto a los Derechos Humanos.

La realidad política no es moldeable a voluntad de un modo ilimitado y esto mismo parece que Trump no lo consideró del todo ya desde la toma de posesión. Además del conflicto por la cuestión de las supuestas conexiones rusas que tanto está dando que hablar en los medios de comunicación ha surgido otro asunto que puede desestabilizar el orden mundial. Que desee aumentar casi un 10% el gasto militar puede causar un incremento de los conflictos armados. Usar la fuerza puede no ser la mejor estrategia ante muchas cuestiones que se pueden resolver de forma pacífica. Parece entendible que el mantenimiento de un relativo equilibrio mundial precisa de cierta firmeza y prudencia.

Trump haría bien en escuchar a asesores que provengan de medios jurídicos independientes, ya que le ofrecerían soluciones racionales y respetuosas con el ordenamiento legal y constitucional vigente a los problemas a los que se enfrenta. Una actividad de gobierno que tenga en consideración o respete los valores éticos es lo más apropiado. Y la máxima autoridad del país más poderoso del planeta debe tomar decisiones sensatas y juiciosas oyendo a los expertos y también estando atento a lo que dicen y expresan los demócratas norteamericanos.

No debería haber afirmado que quería expulsar a los indocumentados de Estados Unidos. Son 11,3 millones de personas y detenerlos y deportarlos sería injusto y desproporcionado. En unas últimas declaraciones Donald Trump ha dicho que cree posible lograr “una reforma migratoria real y positiva”. Si la hace debería ser bajo supervisión del Congreso y también con el visto bueno del poder judicial. De este modo, se respetarían los derechos de todos. En cualquier caso, considero que no sería necesaria, porque ya existen medidas de control de visados y de aduanas extremadamente eficientes y no es preciso que se cambie el modelo ya existente en los últimos años durante el mandato de Obama.

Estados Unidos, en mi opinión, ya tiene numerosos policías y unas agencias de seguridad que son las mejores del mundo. Y si a esto se añade las fuerzas militares estoy convencido de que no necesitan más para garantizar la seguridad de los que viven en Norteamérica. Aunque también es cierto que por mucho que se extremen las medidas de seguridad el riesgo cero es prácticamente imposible, especialmente, si se habla de un país tan extenso.

La gran nación americana debería estar más abierta al resto de países del mundo y no querer enrocarse en una posición agresiva y ajena a las necesidades de los demás estados. Todo lo contrario, ya que sería muy útil y beneficioso que el gobierno americano fuera más solidario y ayudara a la construcción de un planeta en el que reinara la justicia, la concordia y la paz. Los poderes ejecutivo, legislativo y judicial están separados y a la vez interconectados en pro del bien común. Algo que no debe ser olvidado por Trump. Ya que la ciudadanía estadounidense y también el mundo se merecen una política racional.

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